martes, 18 de abril de 2017

LA LIBRERÍA AMBULANTE



Autor: MORLEY, CHRISTOPHER Editorial: PERIFÉRICA Año de edición: 2012 Género: Narrativa ISBN: 9788492865505


"Me pregunto si no hay un montón de creencias bobas alrededor de la educación superior. Nunca he conocido a nadie que por ser hábil con los logaritmos y otras formas de poesía fuera más ducho lavando platos o zurciendo calcetines. He leído todo lo que he podido y me niego a "admitir impedimentos" para amar los libros; asimismo, he conocido a muchas personas buenas y razonables echadas a perder por un exceso de letra impresa. Por otro lado, leer sonetos siempre me ha provocado hipo". [...]

Con estas palabras se inicia la novela y a partir de ellas entramos en un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se ha detenido: estamos en la segunda década del siglo XX, en unos Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde conviven los viejos carromatos y los novísimos automóviles. 

EL AUTOR:
Christopher Morley
Christopher Morley (1890-1957) nació en Haverford, Pensilvania, y estudió en Haverford College, donde su padre trabajaba como profesor de matemáticas. Posteriormente, se matricularía en la universidad inglesa de Oxford para estudiar historia moderna durante tres años (época que contaría en su novela autobiográfica de 1931 John Mistletoe, y, en parte, en Kathleen). En 1913, de vuelta en Estados Unidos, se instaló en Nueva York y comenzó a trabajar en la editorial Doubleday. Pocos años después se convertiría, recorriendo Estados Unidos como columnista y reportero, en uno de los periodistas más prestigiosos de su época. Su primera novela, La librería ambulante (Periférica, 2012), fue publicada en 1917; en 1919 apareció su continuación, La librería encantada (Periférica, 2013). En 1939 se hizo mundialmente conocido por su novela Kitty Foyle, trasladada al cine con Ginger Rogers como protagonista.

   Inteligente, lúcido y sofisticado, fue un escritor de éxito y al mismo tiempo un escritor de culto. Se ha dicho de él que su refinamiento era indudablemente británico. Sutil humorista, dijo de sí mismo que amaba tanto a Shakespeare como al Conan Doyle de las aventuras de Sherlock Holmes. Sin embargo, sus dos grandes maestros fueron compatriotas suyos: Walt Whitman y Mark Twain. El eco de su obra se encuentra en escritores de distintos países y generaciones: de Kingsley Amis a Tom Wolfe.Después de su muerte, dos periódicos publicaron el último mensaje que había mandado a sus amigos: “Lee cada día, algo que nadie más esté leyendo. Piensa, cada día, algo que nadie más esté pensando. Haz, cada día, algo que nadie más estuviera lo bastante loco para hacer. Es malo para la mente continuamente ser parte de la unanimidad”.

    Y su primera obra destila este amor por los libros, y de ellos habla. Es un libro divertido, ameno, se lee sin ninguna dificultad,  es  simple y llanamente evocador. Por otra parte es un libro atemporal, al leerlo se puede llegar a pensar que el autor lo ha escrito recientemente llevado por la moda de los libros que hablan de librerías y libreras que recobran la identidad y el amor a través de la venta de libros ( véase La librería de las nuevas oportunidades de Anjali Barnejee) pero al comprobar que fue publicado en 1917 la lectura toma un aire de autenticidad y el carromato se viste de verdad, en el sentido de que entiendes a esos granjeros que no tenían la posibilidad de llegar a la literatura si no era de la mano de este librero ambulante. Los campesinos pocas veces abandonaban sus tierras para ir a comprar y existían muchos vendedores que les proporcionaban aquello que necesitaban y nuestro librero ambulante les proporcionaba la cultura
 
Si nos fijamos en la historia y en el estilo hay una cita de la novela que nos apunta lo que la literatura es para el autor: 

"Un buen libro debe ser simple. Y como Eva, debe provenir de algún lugar entre la segunda y la tercera costilla: debe haber un corazón latiendo en su interior. Una historia que es sólo cerebro no vale demasiado." [...]

Y como tal hemos de leer la novela, la historia que nos explica es sencilla: Helen y Andrew McHill son una pareja de hermanos adultos que viven en una tranquila granja en el centro de los Estados Unidos. Ella se dedica a sus labores mientras él, recién famoso por un libro sobre técnicas agrícolas, piensa más en su afición literaria que en la tierra de cultivo. Un buen día se presenta Roger Mifflin, un vendedor de libros ambulante que transporta su material y vive en un carromato a través de los diferentes estados. Cansado este último de viajar, le ofrece a Helen venderle la carreta con toda la librería dentro. Ella piensa en adquirirla antes de que la vea su hermano y la compre él, dejándola sola y abandonada en la granja. Ni corta ni perezosa, toma la resolución en unos minutos de gastarse todo el dinero ahorrado a lo largo de su vida en la librería ambulante y emprender una nueva vida. La historia se desarrolla con algún que otro episodio aventurero, como la pelea con los ladrones …. Y con el transfondo de la historia romántica entre los protagonista, una historia amorosa sin grandes aspavientos y con la misma naturalidad, simpleza y sinceridad que nos transmite toda la novela los personajes son adultos, Helen tiene 39 años y hace constantes referencias a sus kilos de más. Ambos protagonistas se  dejan llevar por la pasión amorosa de manera tranquila y rezagada como es el transcurrir del Parnaso.  

Si hablamos de los personajes, sobresale  Roger Mifflin, el librero que conduce este carromato, denominado Parnaso, es un personaje extraordinario. Antiguo profesor rural, ha encontrado la felicidad en esta vida nómada en la que se dedica a predicar el evangelio de los buenos libros a gentes necesitadas de conocer nuevas historias que le distraigan de sus monótonas vidas en granjas y campos aislados. Su profesión tiene algo de médico de almas y también de charlatán.
Su tarjeta de presentación no tiene desperdicio:

"PARNASO AMBULANTE DE ROGER MIFFLIN

Sabed, amigos, que tiene mi percherón
Más de mil libros, antiguos y de ocasión.
Del hombre los mejores amigos son.
Los libros que atiborran este gran vagón
Libros para todos los gustos son,
De líricos versos a las Musas,
De buena cocina y agricultura,
Novelas apasionadas de prosa pura.
Cada necesidad tiene su libro justo
Y los nuestros te dejarán a gusto.
Jamás habrá librero que dé alcance
A los finos libros de este paraíso ambulante."

El charlatán de carromato subido a su Parnaso Ambulante que, lejos de vender jarabes milagroso o crecepelos, vende literatura con el esmero de saber elegir el libro adecuado para el lector adecuado. El amor por los libros, el regusto por los clásicos y las citas literarias son una constante que procura que olvidemos que en ese entorno rural difícilmente iban a aparecer lectores. Y lo consigue sumergiéndonos en una atmósfera placentera. Así nos lo describe Helen:

Chaqueta Norfolk
“…el hombrecillo colorado bajó del vagón y me miró fijamente. Su rostro era una mezcla cómica de apacible picardía y algo de cinismo curtido. Tenía una vieja chaqueta Norfolk. La cabeza totalmente calva…”


Y como contrapunto Helen, una mujer que se lanza a tomar una decisión que cambiará su vida, casi una historia de segundas oportunidades, y que lo hace sin pensárselo dos veces. Un cambio total con el que deja atrás su vida de ama de casa de granja recogiendo huevos. Una mujer que ve en un pelirrojo con un carromato la oportunidad de escapar y no teme cogerla cuando se le presenta.

Fragmentos y frases de la obra: 

 “ Es como llevar el Santo Grial a algunas de estas remotas granjas”  [...]

“Creo que leer un buen libro te hace modesto. Cuando uno logra ver con lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. Es como mirar la Osa Mayor en una noche clara o como ver el amanecer en invierno cuando uno va a recoger los huevos de la mañana. Y cualquier cosa que te haga sentir pequeño es maravillosamente buena.
— ¿A qué te refieres con un gran libro? —dijo el profesor, es decir, me imaginé que decía el profesor. Por un momento era como si estuviera allí junto a mí, con su pipa en la mano y mirándome con esa expresión enigmática. De algún modo, hablar con el profesor me había hecho reflexionar. Era tan bueno como uno de esos cursos por correspondencia de Scranton, creo yo, y encima no había que pagar las estampillas.
Bueno, le dije, o más bien me dije a mí misma, vamos a ver: ¿qué es un buen libro? No me estoy refiriendo a libros como los de Henry James (el gran ídolo de Andrew, aunque a mí siempre me ha parecido que tenía un aluvión de palabras en la cabeza y nunca se detenía a elegirlas adecuadamente). Un buen libro debe ser simple. Y como Eva, debe provenir de algún lugar entre la segunda y la tercera costilla: debe haber un corazón latiendo en su interior. Una historia que es sólo cerebro no vale demasiado. O, en todo caso, no pasaría la prueba en una reunión de la sociedad caritativa Dorcas. Ése es el problema con Henry James. Andrew hablaba tanto de él que un día llevé uno de sus libros al grupo de costura de Redfield para leerlo en voz alta. Después de un primer intento tuvimos que volver a Pollyanna, de Eleanor H. Porter.
No me he pasado quince años ocupándome de las labores domésticas de la granja sin haber elaborado mis propias ideas sobre la vida. Y sobre los libros. No enfrentaría mi visión de la literatura a la suya, profesor (aún seguía hablando con Mifflin en mi mente), no, ni siquiera a la de Andrew. Pero, como le dije, tengo mis propias ideas. He aprendido que el trabajo honesto vale tanto en la escritura de libros como a la hora de lavar platos. Supongo que los libros de Andrew deben de ser buenos porque, después de todo, trabaja en ellos sin descanso. Puedo perdonarle que sea un granjero inconstante mientras realice a destajo sus tareas literarias. Un hombre puede ser un holgazán en todo lo demás mientras haga una sola cosa con todo el esmero posible. De modo que no importa que yo sea una ignorante en literatura mientras sea la mejor en la cocina. En eso solía pensar mientras sacaba brillo, fregaba, limpiaba, desempolvaba y barría, justo antes de ponerme a preparar la cena. Si alguna vez me sentaba a leer durante diez minutos el gato iba a comerse las natillas. Ninguna mujer en el campo puede sentarse más de quince minutos seguidos entre el amanecer y la caída del sol, a menos que tenga una docena de sirvientes, claro. Y nadie sabe nada sobre literatura a menos que pase la mayor parte de su vida sentado. Como usted mismo, profesor.” [...]
     «¡Dios!», dijo, «cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de verdad, quiero decir. ¡Repámpanos! Si en lugar de librero fuera panadero, carnicero o vendedor de escobas la gente correría a su puerta a recibirme, ansiosa por recibir mi mercancía. Y heme aquí, con mi cargamento de salvaciones eternas. Sí, señora, salvación para sus pequeñas y atribuladas almas. Y no vea cómo cuesta que lo entiendan. Solo por eso vale la pena. Estoy haciendo algo que a nadie se le ha ocurrido desde Nazareth, Maine, hasta Walla Walla, Washington. ¡Es un nuevo campo, pero vaya si vale la pena! Eso es lo que este país necesita: ¡más libros!» […] 

    «Amigos míos», dijo el señor Mifflin, «¿recordáis el chiste de Abe Lincoln sobre un perro? Si llamáis pata a la cola, dijo Abe, ¿cuántas patas tiene un perro? Cinco, me diréis. No, diría Abe, porque llamar pata a una cola no hace que la cola se convierta en pata. Pues bien, muchos de nosotros estamos en la situación de la cola de aquel perro. Que nos llamen hombres no nos convierte en hombres. Ninguna criatura sobre la faz de la tierra tiene derecho a creerse un ser humano a menos que esté en posesión de un buen libro.»

LA LIBRERÍA ENCANTADA: 

Autor: MORLEY, CHRISTOPHER Editorial: PERIFÉRICA Año de edición: 2013 Género: Literatura contemporánea ISBN: 9788492865703

Los entrañables Roger y Helen Mifflin han dejado de recorrer los campos y pueblos con su librería ambulante y se han instalado en pleno Brooklyn, como siempre soñara Roger. Ambos regentan La Librería Encantada, un «parnaso en casa» al que acuden, de un lado u otro de Nueva York, todo tipo de personajes singulares, incluidos jóvenes publicistas, farmacéuticos alemanes y guapísimas herederas; por no hablar de sus amigos libreros, que se reúnen allí cada poco para disfrutar la tarta de chocolate de Helen y los discursos incendiarios, y a la vez llenos de sensatez, del pequeño gran Roger.
Parece que todo está en calma en esa librería encantadora (nunca mejor dicho) y en la placentera vida de estos personajes insólitos... pero no es así: nos encontramos justo al final de la Primera Guerra Mundial, en medio de una época convulsa, llena de avances técnicos, emociones contradictorias y mucho suspense. Porque, aunque hace tiempo que acabaron sus aventuras rurales, nuestros personajes seguirán protagonizando situaciones tan divertidas como rocambolescas en la gran ciudad, una ciudad magistralmente dibujada, con ese toque de humor refinado que ya cautivó a los lectores de La librería ambulante.


LAS LIBRERÍAS AMBULANTES SIGUEN: 


 En este artículo publicado en el El País podrás descubrir que las librerías ambulantes todavía siguen andando y buscando lectores por esos mundos. Así la furgoneta azul Tell a Story vaga por Lisboa con su selección de literatura portuguesa: 



El Penguin Book Truck recorre Estados Unidos. Además, existen un montón de proyectos más personales que podéis encontrar en el artículo

 En Italia existe la Bibliomotocarro. Éste proyecto funciona en la región de Basilicata (sur de Italia, junto a Nápoles) y se trata de un motocarro que lleva unos 700 libros todos los sábados a distintos puntos de la región para que los niños entre ocho y doce años tengan acceso gratuito a la cultura. Podríamos decir que es más que una librería ambulante, una biblioteca ambulante: 



  En Perú tenemos la Libromóvil que es un proyecto del escritor Gustavo Rodríguez apoyado por la editorial Estruendomudo que pretende acercar la literatura a la gente con libros de calidad y a precios módicos con los que poder hacer frente a la piratería: 

 Y el proyecto de vida de Martín Roberto Murillo Gómez, de La Carreta Literaria ¡Leamos!, que ha recorrido cinco países. 



 Y por último,  el llamado Burrobiblioteca. Un señor que con su burro lleva la literatura a cualquier rincón de la selva colombiana: lo de este hombre si que es amor a la literatura:







 

FUENTE: Mis lecturas clásicas. 

LIBRERÍAS MÓVILES EN PINTEREST 

Artículo: Vendedores ambulantes que distribuían libros