martes, 9 de junio de 2020

LOS ORÍGENES DE LIBRO


Durante siglos, la tecnología ha marcado la historia y evolución de multitud de factores culturales de nuestro planeta. Así ha ocurrido con los avances tecnológicos que han dejado huella en la historia del libro: mejora de la calidad de los textos, de su conservación, del acceso a la información, de la manejabilidad, de los costes y producción y de otros aspectos afines.

La palabra libro en español deriva del latín liber, que significa «parte interior de la corteza de un árbol», en referencia a su materia prima. Llama la atención que, del mismo término, procede el adjetivo «libre». Su constitución y forma ha evolucionado en el tiempo según los materiales disponibles y las civilizaciones por las que ha transitado, aunque sin perder su esencia, tal y como apunta una de sus acepciones en el DRAE: «obra científica, literaria o de cualquier otra índole con extensión suficiente para formar volumen, que puede aparecer impresa o en otro soporte».
LOS PRIMEROS SOPORTES: 
La tablilla de arcilla y las tablillas de cera. 
¿Cómo nacieron los libros? Para saberlo, debemos remontarnos en torno al año 4000 a. C., por lo que, como podrás imaginar, vamos a empezar hablando de un objeto que dista mucho del concepto de libro que entendemos hoy día. De hecho, ninguna forma de escritura parece haber aparecido antes de este momento. Fueron los sumerios, el antiguo pueblo que vivía en la Mesopotamia meridional, quienes inventaron el primer sistema de escritura documentado: la escritura cuneiforme. Los símbolos se imprimían con una herramienta puntiaguda sobre una tablilla de arcilla que se secaba después. Las incisiones, con forma de cuñas, eran breves y estaban dispuestas en forma piramidal.
TABLETA DE ARCILLA.
En la antigua Roma y en Grecia empezaron a circular las tablillas de cera, mucho más prácticas que los materiales precedentes de escritura. Se trata de pequeños bloques de madera que se recubrían con capas y capas de cera e incisos con la punta de un punzón (de madera, de metal, de hueso o de marfil). Las tablillas podían rascarse y reutilizarse. Lo innovador era la forma: las tablillas (que recuerdan a las actuales tabletas) estaban unidas en un extremo mediante hilos de cuerda o de hierro. Estamos frente al antepasado de las carpetas de anillas y de los libros encuadernados.
TABLILLAS DE CERA.
El rollo de papiro
Pero el antecedente más cercano al libro sería  rollo de papiro debemos dar un buen salto adelante en el tiempo para admirar los primeros rollos de papiro, los primeros hallazgos datan de 2400 a. C. y son originarios de Egipto. Fabricado a partir de juncos que crecían a orillas del río Nilo. Alguno de estos rollos alcanzaba hasta los cuarenta metros de extensión. La hoja escrita se denominaba biblion, en tanto que el rollo se conocía como kylindros. El término griego para papiro era byblos, referido al antiguo puerto fenicio que exportaba dicho material por el Mar Egeo y el Mediterráneo. Vocablos como biblioteca, bibliófilo, bibliografía, Biblia..., derivan de la vieja ciudad de Biblos, localizada hoy en el Líbano.
ROLLO DE PAPIRO
El pergamino
En torno al siglo II a. C. surge un nuevo material para la escritura: el pergamino, fabricado a partir de la piel de animales, también surgió en Egipto desde donde pasó a los imperios de Grecia y Roma. A partir del siglo IV se usó como elemento primordial en la fabricación de códices, conjunto de pergaminos doblados y cosidos con encuadernación, antecedentes del libro.
PERGAMINO

Los códices, libros reales

Hemos llegado a la mayor revolución en la historia del libro. Una revolución que, al igual que la que estamos viviendo ahora, suscitó reacciones diversas en los lectores. Los romanos los llamaban «códices», un nombre que deriva del latín «caudex» (corteza, tronco de árbol). Los códices tenían aspecto de libro como lo entendemos actualmente: estaban protegidos por una cubierta de madera (o de hojas de papiro o pergamino pegadas) y su interior incluía hojas de papiro escritas en ambos lados.
La gran revolución reside en la comodidad del formato: los códices eran de dimensiones reducidas, las páginas eran fáciles de hojear y los números de página y el índice facilitaban su consulta.
A pesar de esto, los paganos y el pueblo judío seguían muy apegados a la tradición del rollo y se mostraban muy desconfiados ante la novedad. Sin embargo, por otra parte estaba la comunidad cristiana, que acogió con entusiasmo la novedad descubierta, con los monjes que transcribían en los códices oraciones y textos sagrados. En la Edad Media, el cristianismo fue decisivo en la afirmación de los «nuevos libros», que se volvieron un importantísimo medio de transmisión de las obras literarias.

Manuscritos iluminados, auténticas obras de arte

Recordemos que ya en el año 105 d. C., en la lejana China, Cai Lun inventó el papel. Sin embargo, todavía hubo que esperar un poco de tiempo para ver el primer libro encuadernado con páginas de papel. En el período del 400-600 d. C. aparecieron los primeros manuscritos iluminados en hojas de pergamino. Estos valiosos libros estaban escritos a mano por los monjes, decorados con materiales preciosos, como plata u oro, coloreados con tintes brillantes y adornados con ilustraciones detalladas.
Manuscritos iluminados
Cuatro etapas de la elaboración de un libro: entrega del pergamino a un monje, trazado de las líneas maestras por un ayudante, raspado de la vitela y ejecución de un retrato. — Imágenes y texto extraídos de La escritura: Memoria de la humanidad, col. «Biblioteca ilustrada» (nº 15).


Verdaderas obras de arte con un papel fundamental, ya que, si no hubiesen sido transcritas en códices iluminados, gran parte de la antigua literatura griega y romana no habría llegado hasta nosotros.

El primer libro impreso

Una buena parte de la historia del libro coincide con la historia de la imprenta, que comienza en el siglo VI d. C., cuando se inventó en China el primer proceso de impresión con bloques de madera. El bloque de madera, con caracteres esculpidos en relieve, se bañaba con tinta y se imprimía en la hoja a modo de sello. Uno de los primeros textos impresos con este sistema —o, al menos, uno de los más antiguos que han llegado hasta nosotros— es una copia del «Sutra del Diamante» que data de 868 d. C.: se trata de un rollo compuesto por seis hojas de papel de más de cinco metros de largo.

Los tipos móviles y la Biblia de Gutenberg

Hemos llegado a otra etapa decisiva en la historia del libro y la más importante en la historia de la imprenta: la invención de los tipos móviles. Seguimos en China, pues fue aquí en 1041 donde el tipógrafo Bi Sheng inventó los tipos móviles de arcilla. En 1298, Wang Zhen perfeccionó el invento: sustituyó la arcilla por madera e inventó un sistema de mesas giratorias que mejoró la técnica de impresión. Quien más adelante perfeccionó y llevó este sistema a Europa fue el orfebre alemán Johannes Gutenberg. El primer libro impreso con la nueva máquina fue la «Biblia de Gutenberg», que vio la luz el 23 de febrero de 1455 con una tirada de 180 copias. De estas, solo unas veinte han llegado hasta nosotros.
Biblia de Gutenberg
Si quieres profundizar más sobre las distintas técnicas de impresión, te recomendamos la lectura del artículo «Breve historia de la imprenta. Desde el siglo VI hasta hoy». Aquí nos limitamos a apreciar las enormes consecuencias que esta invención trajo a la historia del libro: los plazos y los costes de producción se redujeron, las tiradas aumentaron sin medida, así como el número de personas que podía acceder a los libros y, por tanto, al conocimiento. A finales del siglo XV, la imprenta se había difundido a más de 200 países europeos, con una producción de más de 20 millones de libros.

Los clásicos en formato de bolsillo

Su Escudo editorial bajo el lema Festina Lente “apresúrate despacio” se convirtió muy pronto en símbolo de exquisitez, calidad e innovación.
En 1501 nacieron los primeros libros de bolsillo de los clásicos en griego y en latín. Aldo Pio Manuzio fue un editor, gramático y humanista italiano recordado por dos descubrimientos que no podían faltar en nuestra historia: inventó el formato de bolsillo —libros de formato pequeño y económico— e introdujo la cursiva, cuyas letras compactas ayudaban a ahorrar espacio. Gracias a estos descubrimientos, muchos más «caballeros» podían tener libros y, en caso necesario, meterlos en el bolsillo para leerlos cuando y donde prefirieran.
El libro en nuestros días
A finales del siglo XX irrumpe las Nuevas Tecnologías, basadas en códigos binarios (0 y 1) dando un nuevo giro al soporte de los libros, entendidos como documentos de lectura. Hoy en día, los ebook son libros en formato digital basados en esta tecnología que, posiblemente, acaben popularizándose como todo avance tecnológico a lo largo de la historia. A pesar de todo, esta popularización se basaría en ser un formato práctico e interactivo pero todavía no más económico.
FUENTES: 

domingo, 7 de junio de 2020

LA HIJA DE LA ESPAÑOLA. Karina Sainz Borgo



Cuando llegamos al cementerio, ya estaba abierto el hoyo con dos fosas. Una para ella, otra para mí. Mi madre había comprado la parcela años atrás. Mirando aquel hueco de arcilla, pensé en una frase de Juan Gabriel Vasquez que leí en una de las galeradas que tuve que corregir unas semanas antes: Uno es del lugar donde están enterrados sus muertos. Al observar el césped rasurado alrededor de su tumba, entendí que mi único muerto me ataba a una tierra que expulsaba a los suyos con la misma fuerza con la que los engullía. Aquella no era una nación, era una picadora.



Karina Sainz Borgo nació en una Caracas de 1982, cuando todo estaba a punto de incendiarse. Desde 2006 es residente en España, donde llegó con 24 años. Trabaja como periodista especializada en temas culturales, aunque escribe a todas horas. Ha publicado los libros de periodismo Caracas hip-hop (Caracas, 2007) y Tráfico y Guaire. El país y sus intelectuales (Caracas, 2007) y mantiene el blog Crónicas Barbitúricas. La hija de la española es su primera novela. Tras la contratación por Lumen fue vendida en traducción a veintidós países.






 

Título: La hija de la española
Autor: Karina Sainz Borgo
Editorial: Lumen, 2019
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 220






ARGUMENTO:

«Ese día me convertí en mi única familia. La última parte de una vida que no tardarían en arrebatarme, a machetazos. A sangre y fuego, como todo lo que ocurre en esta ciudad». (Página 31) 

Adelaida Falcón, una maestra caraqueña, fallece tras una larga enfermedad. Su hija Adelaida, de treinta y ocho años, no tiene a nadie y vive en una ciudad donde la violencia marca el ritmo diario de la existencia. Poco tiempo después del entierro, encuentra su casa tomada por un grupo de mujeres a las órdenes de la Mariscala. Llama a la puerta de su vecina sin hallar respuesta: Aurora Peralta, a quien todos llaman «la hija de la española», ha muerto. En la mesa del salón, una carta le comunica la concesión del pasaporte español: un salvoconducto para huir del infierno.

«Por mis venas corría una sangre que nunca me ayudaría a escapar. En aquel país en el que todos estaba hechos de alguien más, nosotras no teníamos a nadie. Aquella tierra era nuestra única biografía«. (Página 33)



Ocurre con esta novela un hecho que suele acompañar a muchos de las éxitos literarios de los últimos tiempos, no olvidemos que hoy por hoy la literatura es un negocio muy lucrativo, así la obra que nos ocupa antes de llegar a las librerías ya se presentó como un éxito, con multitud de ediciones previstas, críticas favorecedoras de aclamados críticos literarios y con derechos vendidos para ser traducido a más de la mitad del planeta. Por esta razón es un libro que se ha tachado de oportunista y puede que la crítica feroz a un sistema político venezolano y el posicionamiento de la autora empañe lo que es la novela en sí.

La novela empieza de una forma desgarradora, nos presenta a su protagonista perdida, huérfana de madre y en un país hostil. La narración es por momentos tremendista donde el individuo se ve aplastado y abocado a una existencia reducida a lo más básico, a «comer o curarse, nada más». Un entorno cruel y despiadado que va despojándola de todo aquello que le da identidad, no solo es la pérdida de su ser más querido sino también de su casa, de sus libros y cuando se siente totalmente acosada,  solo le queda un camino el de la supervivencia aunque esta venga de la mano de una falsa identidad, despojarse de sí misma adoptar otra identidad para poder huir de un mundo que la ha desposeído de todo y en el que lo único que le queda es la huida. Una escapada que es la de muchos de sus compatriotas, de los hijos de aquellos que huían  de España y buscaban una nueva vida en el país caribeño y ahora han debido retornar y buscar refugio en la familia que dejaron aquí para escapar de una Venezuela hundida en la miseria. Españoles de segunda generación que renunciaban a todo lo que conocían, a sus amigos, a sus carreras (iba a añadir a sus trabajos pero eso ya en muchos casos era pura ficción) para iniciar una nueva vida en un país que de nada conocían. De hecho, si se hubieran suprimido las alusiones a lugares y personas reales, el lector juraría encontrarse ante una auténtica distopía.

La hija de la española es una novela breve pero intensa, muy intensa, una novela que se lee con rapidez, en la que los saltos en el tiempo son frecuentes pero que en ningún momento dificultan la lectura, su técnica narrativa es amena. En cuanto a la manera de narrar Karina Sainz Borgo tiene un estilo lírico que podemos ver en otros escritores latinoamericanos. Imágenes cargadas de sensaciones, reflexiones interesantes y recuerdos vívidos se reflejan de un modo muy poético.
OCUMARE DE LA COSTA. PLAYA DE CATA.
Si tuviéramos que señalar los pilares que sustentan la novela, remarcaría el contexto político y social del país del que hemos hablado,  pero fundamentalmente me quedaría con el punto de vista de la novela, la historia descansa en la voz de Adelaida, una confesión de la protagonista en primera persona que fluye entre el pasado y el presente con acertadas metáforas tropicales, que nos envuelven en un ambiente de costa en Ocumare, y en un ambiente de guerra en Caracas. Contraste que espejea y arroja un camino en su narración, alternando el Caribe, la infancia y la felicidad con la adultez, la ciudad y el desastre  y por otro lado el relato de la vida de Aurora, de su madre, la española que regentaba una casa de comidas, y que va componiendo con retazos de cartas, fotografías y documentos de su vida, una mujer a quien apenas trató y cuya biografía debe aprender mientras se despoja de la propia. Adelaida va pasando por los momentos de su vida que la marcaron o que recuerda en estas horas de penalidades y pasa casi de puntillas por aspectos de su vida tan desgarradores que simplemente los cuenta  sin pararse en el dolor que le causaron, como es el relato de su historia de amor.


ARAGUANEYES
Diría que en la creación de los personajes, la autora dibuja mejor los personajes femeninos que los masculinos, ellos aparecen más como símbolos que como personajes sólidos de carne y hueso: Santiago como representante de la juventud brillante y que es sometido  tortura y acaba muerto; su amante, el periodista comprometido que también es asesinado como consecuencia de un estado totalitario. En cambio al retratar a su madre, a sus tías o incluso a las vecinas es capaz de profundizar más y especialmente al presentarnos a la protagonista, Adelaida, mujer que parece débil y asustada que será capaz de hacer cualquier cosa con tal de sobrevivir y la necesidad de escapar y el sentimiento de culpa por haberlo hecho, o esa sensación de desconfiar de todo el que está a tu alrededor aunque no sea nuevo en tu vida, o esa sensación de no conocerte a ti mismo y de lo que eres capaz de hacer con tal de sobrevivir.

APAMATES
La joven madre de ARTURO MICHELENA.
Me quedo con el tono de amargura, de desarraigo de nostalgia hacia lo perdido, la evocación de los lugares de la infancia que no se volverán a retrobar y la rabia por esa pérdida que a veces se manifiesta en la violencia que resuma la obra y que en ocasiones nos puede parecer exagerada o irreal pero que se puede argumentar con el hecho de que es una historia evocada, subjetiva y planteada a través del los ojos de la protagonista que no busca ser un redactor fidedigno de la historia. A la novela se le podría reprochar tan el quere hablar o presentar demasiados temas: la escasez, la inflación, la violencia, la santería, los apagones, la revolución, quizá  habría requerido algo más de las 216 páginas que presenta la novela, a veces puede parecer que las situaciones se resuelven demasiado pronto o con excesiva facilidad.




 SELECCIÓN DE CITAS

«Así vivíamos todos entonces: mirando qué había en la bolsa de la compra del otro y olisqueando si el vecino llevaba algo que escaseara para buscad dónde conseguirlo, Todos nos convertimos en sospechosos y vigilantes, travestimos la solidaridad en depredación». (Página 20) 
«Nadie nos instruyó, el tiempo fue contándomelo, La guerra era nuestro destino, desde mucho antes de que supiésemos que llegaría. Mi mamá fue la primera en intuirlo. Tomó sus medidas y fue aprovisionándose durante años. Si podíamos comprar atún, mejor llevar a casa dos latas. Por si acaso. Llenamos la alacena como si alimentáramos a un animal que nos daría de comer para siempre». (Página 39)
«Ese país donde las mujeres siempre parieron u criaron solas a los hijos de hombres que ni siquiera se tomaron la molestia de ir a comprar tabaco para no volver». (Página 45) 
«Nadie quería envejecer, ni parecer pobre. Ocultar, maquillar. Esa era la divisa patria: aparentar». (Página 46) 
«El siguiente en la fila era siempre un potencial oponente, alguien que poseía algo más. Los que vivían luchaban a dentelladas por las sobras. En aquella ciudad sin desenlaces, peleábamos por un sitio para morir». (página 65) 
«Santiago se equivocaba. El nivel de la cloaca había subido muy por encima de nuestras cabezas. Nos había sepultado. A él, a mí y al resto. Ya no éramos un país, éramos una fosa séptica». (Página 108) 
«Sobrevivir es parte del horror que viaja con quien escapa. Una alimaña que busca derrotarnos cuando nos encuentra sanos, para hacernos saber que alguien merecía más que tú seguir con vida». (Página 216)

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LA BANDA SONORA DE LA NOVELA: 

REGGAETÓN  que se escuchan interminablemente la Mariscala y su grupo.



Canto del Pilón: 


"Las negras del pueblo entonaban aquellos versos mientras daban forma a las arepas con sus manos ante el budare hurviente del mercado. Cada frase iba rematada por un jadeo de "io, io" el quejido del esfuerzo"

Lelele traigo un ramillete de flores.


"Le le le, le le le traigo un ramillete 'e flores, lo traigo para San Juan de diferentes colores", cantaban los negros de Ocumare de la costa en las noches de junio..."