Cuando
llegamos al cementerio, ya estaba abierto el hoyo con dos fosas. Una para ella,
otra para mí. Mi madre había comprado la parcela años atrás. Mirando aquel
hueco de arcilla, pensé en una frase de Juan Gabriel Vasquez que leí en una de
las galeradas que tuve que corregir unas semanas antes: Uno es del lugar donde
están enterrados sus muertos. Al observar el césped rasurado alrededor de su
tumba, entendí que mi único muerto me ataba a una tierra que expulsaba a los
suyos con la misma fuerza con la que los engullía. Aquella no era una nación,
era una picadora.
Karina Sainz Borgo nació en una Caracas de 1982, cuando todo estaba a punto de
incendiarse. Desde 2006 es residente en España, donde llegó con 24 años. Trabaja como periodista
especializada en temas culturales, aunque escribe a todas horas. Ha
publicado los libros de periodismo Caracas hip-hop (Caracas,
2007) y Tráfico y Guaire. El país y sus intelectuales (Caracas,
2007) y mantiene el blog Crónicas Barbitúricas. La hija de la española es
su primera novela. Tras la contratación por Lumen fue vendida en traducción a
veintidós países.
Si tuviéramos que
señalar los pilares que sustentan la novela, remarcaría el contexto político y
social del país del que hemos hablado, pero
fundamentalmente me quedaría con el punto de vista de la novela, la historia
descansa en la voz de Adelaida, una confesión de la
protagonista en primera persona que fluye entre el pasado y el presente con
acertadas metáforas tropicales, que nos envuelven en un ambiente de costa en Ocumare,
y en un ambiente de guerra en Caracas. Contraste que espejea y arroja un camino
en su narración, alternando el Caribe, la infancia y la felicidad con la adultez,
la ciudad y el desastre y por otro lado el
relato de la vida de Aurora, de su madre, la española que regentaba una casa de
comidas, y que va componiendo con retazos de cartas, fotografías y documentos
de su vida, una mujer a quien apenas trató y cuya biografía debe aprender
mientras se despoja de la propia. Adelaida va pasando por los momentos de
su vida que la marcaron o que recuerda en estas horas de penalidades y pasa
casi de puntillas por aspectos de su vida tan desgarradores que simplemente los
cuenta sin pararse en el dolor que le
causaron, como es el relato de su historia de amor.
Diría que en la
creación de los personajes, la autora dibuja
mejor los personajes femeninos que los masculinos, ellos aparecen más como símbolos
que como personajes sólidos de carne y hueso: Santiago como representante de
la juventud brillante y que es sometido tortura y acaba muerto; su amante, el
periodista comprometido que también es asesinado como consecuencia de un estado
totalitario. En cambio al retratar a su madre, a sus tías o incluso a las
vecinas es capaz de profundizar más y especialmente al presentarnos a la
protagonista, Adelaida, mujer que parece débil y asustada que será capaz de
hacer cualquier cosa con tal de sobrevivir y la necesidad de escapar y el
sentimiento de culpa por haberlo hecho, o esa sensación de desconfiar de todo
el que está a tu alrededor aunque no sea nuevo en tu vida, o esa sensación de
no conocerte a ti mismo y de lo que eres capaz de hacer con tal de sobrevivir.
Me quedo con el
tono de amargura, de desarraigo de nostalgia hacia lo perdido, la evocación de
los lugares de la infancia que no se volverán a retrobar y la rabia por esa
pérdida que a veces se manifiesta en la violencia que resuma la obra y que en
ocasiones nos puede parecer exagerada o irreal pero que se puede argumentar con
el hecho de que es una historia evocada, subjetiva y planteada a través del los
ojos de la protagonista que no busca ser un redactor fidedigno de la historia. A
la novela se le podría reprochar tan el quere hablar o presentar demasiados
temas: la escasez, la inflación, la violencia, la santería, los apagones, la
revolución, quizá habría requerido algo más de las 216 páginas
que presenta la novela, a veces puede parecer que las situaciones se resuelven
demasiado pronto o con excesiva facilidad.
.
Título: La hija de la española
Autor: Karina Sainz Borgo
Editorial: Lumen, 2019
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 220
ARGUMENTO:
«Ese
día me convertí en mi única familia. La última parte de una vida que no
tardarían en arrebatarme, a machetazos. A sangre y fuego, como todo lo que
ocurre en esta ciudad». (Página
31)
Adelaida
Falcón, una maestra caraqueña, fallece tras una larga enfermedad. Su hija
Adelaida, de treinta y ocho años, no tiene a nadie y vive en una ciudad donde
la violencia marca el ritmo diario de la existencia. Poco tiempo después del
entierro, encuentra su casa tomada por un grupo de mujeres a las órdenes de la
Mariscala. Llama a la puerta de su vecina sin hallar respuesta: Aurora Peralta,
a quien todos llaman «la hija de la española», ha muerto. En la mesa del salón,
una carta le comunica la concesión del pasaporte español: un salvoconducto para
huir del infierno.
«Por
mis venas corría una sangre que nunca me ayudaría a escapar. En aquel país en
el que todos estaba hechos de alguien más, nosotras no teníamos a nadie.
Aquella tierra era nuestra única biografía«.
(Página 33)
Ocurre con esta novela un hecho
que suele acompañar a muchos de las éxitos literarios de los últimos tiempos,
no olvidemos que hoy por hoy la literatura es un negocio muy lucrativo, así la
obra que nos ocupa antes de llegar a las librerías ya se presentó como un
éxito, con multitud de
ediciones previstas, críticas favorecedoras de aclamados críticos literarios y
con derechos vendidos para ser traducido a más de la mitad del planeta. Por
esta razón es un libro que se ha tachado de oportunista y puede que la crítica
feroz a un sistema político venezolano y el posicionamiento de la autora empañe
lo que es la novela en sí.
La novela empieza de
una forma desgarradora, nos presenta a su protagonista perdida, huérfana de
madre y en un país hostil. La narración es por momentos tremendista donde el
individuo se ve aplastado y abocado a una existencia reducida a lo más básico,
a «comer o curarse, nada más». Un entorno cruel y despiadado que va despojándola
de todo aquello que le da identidad, no solo es la pérdida de su ser más
querido sino también de su casa, de sus libros y cuando se siente totalmente
acosada, solo le queda un camino el de
la supervivencia aunque esta venga de la mano de una falsa identidad,
despojarse de sí misma adoptar otra identidad para poder huir de un mundo que
la ha desposeído de todo y en el que lo único que le queda es la huida. Una escapada
que es la de muchos de sus compatriotas, de los hijos de aquellos que huían de España y buscaban una nueva vida en el país
caribeño y ahora han debido retornar y buscar refugio en la familia que dejaron
aquí para escapar de una Venezuela hundida en la miseria. Españoles de segunda
generación que renunciaban a todo lo que conocían, a sus amigos, a sus carreras
(iba a añadir a sus trabajos pero eso ya en muchos casos era pura ficción) para
iniciar una nueva vida en un país que de nada conocían. De hecho, si se
hubieran suprimido las alusiones a lugares y personas reales, el lector juraría
encontrarse ante una auténtica distopía.
La hija de la
española es una
novela breve pero intensa, muy intensa, una novela que se lee con
rapidez, en la que los saltos en el tiempo son frecuentes pero que en ningún
momento dificultan la lectura, su técnica narrativa es amena. En cuanto a la
manera de narrar Karina Sainz Borgo tiene un estilo lírico que podemos ver en
otros escritores latinoamericanos. Imágenes cargadas de sensaciones,
reflexiones interesantes y recuerdos vívidos se reflejan de un modo muy
poético.
OCUMARE DE LA COSTA. PLAYA DE CATA. |
ARAGUANEYES |
APAMATES |
La joven madre de ARTURO MICHELENA. |
SELECCIÓN DE CITAS
«Así vivíamos todos entonces: mirando qué
había en la bolsa de la compra del otro y olisqueando si el vecino llevaba algo
que escaseara para buscad dónde conseguirlo, Todos nos convertimos en
sospechosos y vigilantes, travestimos la solidaridad en depredación». (Página 20)
«Nadie nos instruyó, el tiempo fue
contándomelo, La guerra era nuestro destino, desde mucho antes de que
supiésemos que llegaría. Mi mamá fue la primera en intuirlo. Tomó sus medidas y
fue aprovisionándose durante años. Si podíamos comprar atún, mejor llevar a
casa dos latas. Por si acaso. Llenamos la alacena como si alimentáramos a un
animal que nos daría de comer para siempre». (Página
39)
«Ese país donde las mujeres siempre
parieron u criaron solas a los hijos de hombres que ni siquiera se tomaron la
molestia de ir a comprar tabaco para no volver». (Página 45)
«Nadie quería envejecer, ni parecer pobre.
Ocultar, maquillar. Esa era la divisa patria: aparentar». (Página 46)
«El siguiente en la fila era siempre un
potencial oponente, alguien que poseía algo más. Los que vivían luchaban a
dentelladas por las sobras. En aquella ciudad sin desenlaces, peleábamos por un
sitio para morir». (página
65)
«Santiago se equivocaba. El nivel de la
cloaca había subido muy por encima de nuestras cabezas. Nos había sepultado. A
él, a mí y al resto. Ya no éramos un país, éramos una fosa séptica». (Página 108)
«Sobrevivir es parte del horror que viaja
con quien escapa. Una alimaña que busca derrotarnos cuando nos encuentra sanos,
para hacernos saber que alguien merecía más que tú seguir con vida». (Página 216)
.
LA BANDA SONORA DE LA NOVELA:
REGGAETÓN que se escuchan interminablemente la Mariscala y su grupo.
REGGAETÓN que se escuchan interminablemente la Mariscala y su grupo.
Canto del Pilón:
"Las negras del pueblo entonaban aquellos versos mientras daban forma a las arepas con sus manos ante el budare hurviente del mercado. Cada frase iba rematada por un jadeo de "io, io" el quejido del esfuerzo"
Lelele traigo un ramillete de flores.
"Le le le, le le le traigo un ramillete 'e flores, lo traigo para San Juan de diferentes colores", cantaban los negros de Ocumare de la costa en las noches de junio..."
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