martes, 12 de septiembre de 2017

Pierre LEMATRIE: Nos vemos allá arriba



“Para el capitalismo la guerra es un regalo, se sirve de ella antes, durante y después, todavía recuerdo el efecto que me produjo ver las sonrisas de tiburón de empresarios estadounidenses que acompañaron al presidente de EE UU en los primeros vuelos a Irak para firmar los contratos de reconstrucción del país”. Explica a Efe Pierre Lemaitre en su editorial, Albin Michel.




Autor, guionista y psicólogo francés, Pierre Lemaitre, nació en Paris el 19 de abril de 1951, es más conocido por su labor literaria, centrada en el género negro y policial, así como por su trabajo como guionista para la industria del cine y televisión. Durante años trabajó como profesor para adultos, concretamente enseñando comunicación, cultura general y literatura destinada a bibliotecarios. Se casó a la edad de 50 años con Pascaline y con 60 nació su primer hijo. En 2015 se convirtió en Embajador Secours populaire.
Su llegada al mundo de la literatura se produjo de manera tardía, con 56 años, dando sus primeros pasos dentro del género negro el cual, le había fascinado desde siempre. En este campo habría que destacar los libros protagonizado por Camille Verhoeven, su personaje fetiche. Sin embargo, dio el salto a la primera plana de la literatura en 2013 con Nos vemos allá arriba, obra alejada del policial y que logró hacerse con el prestigioso PremioGoncourt, convirtiéndose en uno de los best-sellers del año.
A partir de Nos vemos allá arriba su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas y se ha comenzado a publicar también su obra policial, que hasta el momento no había dado el salto al mercado en castellano, entre sus obras más conocidas está;  su primera novela Irene (Travail soigné, 2006), que es un homenaje a los autores contemporáneos que admira; Vestido de novia (Robe de marié, 2009), donde muestra su admiración por Hitchcock; Camille (2012), Recursos inhumanos (2010)
A lo largo de su carrera ha recibido premios como el ya mencionado Goncourt, el CWA International Dagger, el Tulipe, el Le Point o el Raffaelo Brignetti.
  
LIBROS DE PIERRE LEMATRIE 

                                 NOS VEMOS ALLÁ ARRIBA


TÍTULO: Nos vemos allá arriba
TÍTULO ORIGINAL: Au revoir là-haut
AUTOR: Pierre Lemaitre
ISBN: 978-84-9838-591-5
NÚMERO DE PÁGINAS: 448
TIPO DE EDICIÓN: Rústica con solapas
SELLO EDITORIAL: Narrativa
COLECCIÓN: Narrativa
PVP: 20,00 €
ISBN e-book: 978-84-15630-64-7
PVP e-book: 14,99 €
TRADUCCIÓN: José Antonio Soriano Marco





La novela Nos vemos allá arriba, se publica en el 2013, año en que se conmemora el centenario de la Gran Guerra y en torno a ella gira su argumento.  Con ella ganó el premio Goncourt 2013. Aunque la guerra solo aparece en los primeros capítulos, la historia que nos cuenta parte del conflicto bélico y de sus consecuencias. Se basa en un hecho real, el llamado “Escándalo de las exhumaciones militares”, que estalló en 1922, la mercadería que se produjo con las tumbas y los homenajes a los caídos después del armisticio. También se hace eco de otras consecuencias de la guerra: la cantidad de soldados que heridas faciales por el impacto de las esquirlas metálicas que despedían las bombas al explotar y la dependencia a la morfina de muchos de los excombatientes.  

Leer: Lo que la Primera Guerra Mundial hizo por la cirugía plástica.





El argumento de la novela se inicia con mucha fuerza, arranca en las trincheras llenas de sangre y ratas que corren y cubren los cadáveres abandonados de los héroes de la patria. La imagen es muy potente, la guerra está acabando y en las mentes de los soldados el final resuena como la esperanza de aquellos que han visto pasar la muerte a su lado y atisban el fin del conflicto esperando sobrevivir al infierno. Y en ese final delirante el autor nos narra el destino de tres soldados: Albert, Edouard  y de Pradelle, cada uno de ellos muy diferentes entre sí, que enlazarán a partir  desde ese momento su suerte  y que verán su vida totalmente cambiada al fin de la contienda. 



El teniente Pradell atisba una posibilidad de sacar beneficio personal del momento y lanza a sus soldados a una ofensiva absurda y catastrófica, el joven Albert descubre las malas intenciones de su superior y es atacado por él quien lo empuja a un pozo y allí es sepultado por un obús, Lematrie recrea el momento de claustrofobia y ahogo con gran maestría. Cuando ya lo creemos muerto  es rescatado por otro soldado, Édouard quien a pesar de estar herido en una pierna,  no duda en ayudar a su compañero y en ese momento es herido por un trozo de metralla que le deformará el rostro, dejándole un aspecto monstruoso. Albert se siente en deuda con su salvador y a partir de este momento no se separará de él, ayudándole a cambiar su identidad,  dándolo por muerto, malviviendo en el París de posguerra y  acompañándolo en un absurdo proyecto de monumentos patrióticos a los caídos idea del  desfigurado Édouard.  Mientras tanto Pradell ha seguido su carrera de ascenso, casándose con una rica heredera, Madeleine, quien es casualmente la hermana de nuestro hombre sin rostro y se enriquece con el negocio de enterrar a los soldados caídos en el conflicto, construyendo cementerios en toda Francia y sin importarle en absoluto donde van a parar ni de quién son los cadáveres que se entierran…
Un negocio, que enriquece a Pradell y que está en la base de lo que sería uno de los temas principales de la novela: la guerra como una forma enriquecimiento personal,  Lemaitre formula una profunda condena moral contra la guerra, no es una novela de guerra, sino de las consecuencias de la guerra, son pocas las páginas  en la que la historia se desarrolla en la contienda, como he apuntado al inicio de esta reseña.  Y en esta critica irónicamente cómo las autoridades están muy preocupados por el enterramiento de los soldados muertos mientras abandonan a su suerte a los soldados que han sobrevivido:
 
...así es como acaba una guerra, mi querido Eugène, con un inmenso dormitorio lleno de tipos exhaustos a quienes ni siquiera son capaces de mandar a casa en condiciones. Nadie que te diga una palabra o simplemente te estreche la mano. Los periódicos nos prometían arcos de triunfo, pero nos amontonan en barracones abiertos a los cuatro vientos. La "emocionada gratitud de una Francia reconocida" (te juro que lo he leído, palabra por palabra, en Le Matin) se ha convertido en continuas pejigueras, nos regatean los 52 francos del peculio, nos escatiman la ropa, la sopa y el café, nos llaman ladrones".

 Pero también me gustaría apuntar otros temas, el de la amistad incondicional entre los Albert y Édouard, o el de la relación paternofilial, me ha gustado cómo poco a poco el padre de Édouard se enfrenta a la muerte de su hijo y  esa le lleva a entender la naturaleza de este y a comprender que a pesar de todo y por mucho que le molestara amaba a su hijo por encima de todo.
En cuanto al género de la obra,  a mí me parece en la línea de los folletines del siglo XIX, me recuerda a Dumas, en El hombre de la máscara de hierro, a Victor Hugo, con El hombre que ríe a los autores del XIX , pero con el tono y el ritmo del siglo XXI, así los pobres personajes que malviven en la triste buhardilla frente al malo, malísimo que triunfa con descaro.  Alguien la podía etiquetar como novela histórica, definición que el propio autor rechaza de plano, y las mismas palabras del autor nos pueden dar la clave de lo que buscaba con su obra: 
“No lo es, es una novela de género picaresco. ¿Y qué es la picaresca? Pues El lazarillo de Tormes, que fue mi modelo. La novela picaresca es la novela de la exclusión, es el sálvese quien pueda, es el relato de unos personajes que han de vivir en un mundo que no les quiere”. 
El estilo para muchos críticos es populista, llega con facilidad, aunque ciertamente tiene varias lecturas que lo entroncan con las grandes novelas del XIX, como hemos señalado, Lematrie es un gran conocedor de los realistas franceses y un granlector de Proust. Es una novela larga pero que se lee de forma ágil y respecto al adjetivo populista mejor, de nuevo, dejemos que sea el propio autor quien responda a esta cuestión: 
“ ‘popular’ a veces se traduce por ‘populista’, o sea, una literatura no muy complicada, no muy rica a nivel de lenguaje para que todo el mundo la pueda leer, vamos, nivelar la literatura por abajo e imitar a la televisión. Todo lo que yo detesto. Yo trabajo con la certidumbre de que mi lector es inteligente. Dicho esto, en cierto modo, sí, me siento un escritor popular. Para mí, literatura popular es aquella que puede ser leída por la inmensa mayoría de personas, pero no siempre al mismo nivel. Yo creo que un crío de 18 años se puede sentir atraído por Nos vemos allá arriba porque ahí encuentra una aventura. Es lo que llamo ‘pequeños lectores’. En el segundo círculo hay un lector más experimentado, que quiere algo más, que se interesa por el fondo político y social del relato. Y en un tercer círculo está el que es capaz de darse cuenta de que de pronto hago una parodia de Proust, etcétera”.



Quizás lo que yo más remarcaría del estilo de Nos vemos allá arriba es la ironía y el humor negro, recursos que nos sirven para distanciarnos de la realidad tan terrible que nos está contando. He leído muchas de sus novelas policíacas y sé que puede ser muy tremebundo en sus descripciones de asesinatos, la primera escena del crimen de Irene es impactante y en estas páginas deja caer ese gusto por lo macabro:  
. Hemos quedado en que el metro setenta sale a treinta y tres francos – dijo Henri dirigiéndose a Lavallée -. ¿Y el metro cincuenta?
Sorprendidos por aquel nuevo enfoque, ninguno de los presentes comprendió qué quería decir con eso de los ataúdes más cortos de lo previsto… El carpintero no había contemplado esa posibilidad, tenía que calcular.
– Treinta francos… – declaró con voz inexpresiva.
– Ajá, ajá… – murmuró Pradelle con la boca entreabierta, pensativo.
Todos empezaban a imaginar las consecuencias prácticas: meter a un soldado muerto de un metro sesenta en un ataúd de un metro cincuenta. Según el contramaestre, habría que doblarle la cabeza hasta que la barbilla tocara el pecho. Por su parte, Dupré pensaba más bien en colocar el cuerpo de lado con las piernas un poco dobladas.
[…]
– Dígame, Lavallé, un ataúd de un metro treinta, ¿cuánto vendría a costar?


Qué decir de los personajes, que no hayamos apuntado,  la novela trata sobre dos antihéroes, dos pícaros, Albert y Édouard, el primero es un simple contable, pusilánime, con una madre sobreprotectora, pero que me parece el mejor de todos los protagonista y quien es capaz por su deuda con Édouard de sacar adelante a su amigo y a su disparatada empresa. El segundo es un niño rico y como tal no sabe enfrentarse a lo que la guerra le ha hecho, brillante en todos los aspectos, sociable, provocador con una gran imaginación que se pone de manifiesto en sus dibujos y en las máscara que creará para esconder su rostro deformado, pero todo esto se le viene abajo cuando la metralla destroza
su rostro y solo puede encontrar en la morfina una salida a su dolor no solo físico sino moral, solo le queda la mirada de aquello que fue. Poco a poco y a partir de la estafa de los monumentos irá recobrando algo de la vitalidad perdida, para él el fraude no solo es una forma de enriquecimiento sino una manera de vengarse de lo que le ha ocurrido, al burlarse de soldado desconocido se está burlando de la idea patriótica de la guerra que lo ha conducido al estado en el que se encuentra. Él no quiere ni la redención ni encontrar una salida, la única que le parece más acertada es la que elige al final de la novela.
El malo del trío es el teniente Pradelle, es el antagonista,  el desencadenante de la historia, el autor no se anda con subterfugios, desde el principio lo caracteriza como un personaje odioso, nos dice de él que  “Era un hombre impaciente. Era una mezcla curiosa: con sus aires aristocráticos, parecía sumamente civilizado y al mismo tiempo absolutamente brutal.”  Es un mujeriego, un aristócrata venido a menos que sueña con recobrar la gloria perdida y para ello no tiene escrúpulos, para él la guerra es una oportunidad, una forma de enriquecimiento: 

“A ochenta francos el muerto y con un precio real de coste de unos veinticinco, Pradelle esperaba un beneficio neto de dos millones y medio. Y si además el ministerio hacía algunos encargos bajo cuerda, descontando los sobornos, se acercaría a los cinco millones. El pelotazo del siglo. Incluso después de acabada, la guerra ofrece grandes oportunidades para los negocios”.

En resumen, una novela larga pero que no es difícil de leer, bien narrada, una historia con un principio brillante, con un narrador cercano y coloquial, en la que destacaría la ironía y los toques humor negro junto con la mezcla de elementos de géneros tan distintos como la narración de aventuras, el drama folletinesco, el alegato antibelicista, la novela picaresca… Tengo que decir que lo que menos me ha gustado de la novela sería el  final, aunque por otro lado entiendo que es el final que la historia se merece en la línea del folletín decimonónico del que hemos hablado: la esperanza para el chico bueno, la redención para el incomprendido y el castigo para el chico malo.  


Cómic y película

Christian De Metter traslada al cómic la novela de Pierre Lemaitre y también será llevada al cine,  el autor,  que también es guionista , ha recibido cuatro propuestas y ha aceptado una de ellas.











Películas  y cómic relacionadas con la temática de la novela:

Stanley Kubrick: Senderos de gloria:


Jacques Tardi, La puta guerra


Dalton Trumbo en Johnny cogió su fusil

No hay comentarios:

Publicar un comentario