Biografía de Elizabeth Strout
Autora
americana, Elizabeth Strout cursó estudios de abogacía en la Universidad de
Oxford, antes de completar su formación en Gerontología en la Universidad de
Siracusa. Durante varios años compaginó su carrera profesional con la escritura
de cuentos y relatos que fueron apareciendo en diversas revistas literarias de
gran prestigio.
Su
primera novela, Amy e Isabelle, fue
nominada al Premio Orange y el Faulkner, siendo llevada a la televisión en
formato de TV Movie. A partir de entonces, su vinculación con el mundo de las
letras se estrechó, siendo profesora de Escritura Creativa en universidades
como Colgate o la Queens de Charlotte.
En
2009 logró un gran éxito con su novela Olive
Kitteridge,
obra que fue galardonada con el Premio Pulitzer de Ficción, uno de los más
importantes que se otorgan en los Estados Unidos. Ha sido traducida a más de
cinco idiomas y recibió una adaptación televisiva en formato de miniserie.
Página de la autora
Página de la autora
Libros de Elizabeth
Strout:
·
- Olive Kitteridge 2010
·
- Amy e Isabelle 2001 (2017)
Me llamo Lucy Barton:
Lee aquí las primeras páginas
Traducción: Flora Casas
Colección: Nefelibata
ISBN: 9788416261918
Encuadernación: Rústica con solapas
Formato: 14 x 21,5 cm
Páginas: 224
PVP: 16.80 €
PVP ebook: 9.99 €
«En
este punto quiero resaltar lo que me parece brillante. En Me llamo Lucy Barton
el talento de Elizabeth Strout refulge no en la historia de Lucy determinada
por el paisaje vital y humano que la rodea ni la estructura del relato, sino en
el peso y la densidad de las cosas que la protagonista-narradora no cuenta».
La Vanguardia Cultura/s, Robert Saladrigas
Me llamo Lucy
Barton, fue publicada en 2016, desde su aparición fue recibida muy bien
recibida por la crítica, y fue proclamada como una obra maestra, la fama de la
escritora la precedía y quizá por ello fue tan bien recibida.
Lucy Barton, recuerda
(y esto es muy importante, no nos habla desde el presente, sino que rememora)
cómo muchos años antes estuvo ingresada durante casi nueves semanas en una
clínica del centro de Manhattan. Después de una operación de apendicitis que ha
tenido alguna consecuencia posoperatoria, la fiebre no remite y siguen
haciéndole pruebas para averiguar qué ocurre y no le dan el alta definitiva. Está
sola, su marido con la excusa de que no soporta los hospitales apenas va a
verla y tampoco la visitan sus hijas, quienes son muy pequeñas. Lucy se encuentra
sola y vulnerable, asustada por lo que la enfermedad puede suponer y con nadie
para hablar. Entonces llega su madre, una mujer acostumbrada a la dureza de una
vida precaria, que ha acudido junto a su hija a petición del marido de Lucy.
Madre e hija hablan y por la ventana de la habitación se divisa el edificio
Chrysler iluminado, como una referencia en la noche.
Es
una novela extraña, apasiona o nos deja un tanto perplejos, al acabar no sabes
si te ha gustado o te falta algo. Es una novela breve, pero intensa, se lee sin
dificultad aunque haya saltos en el tiempo. Los capítulos son muy cortos y no
están numerados, algunos tan solo ocupan una página, el estilo es parco, la
prosa sencilla y con predominio de diálogos.
Es una novela de ELIPSIS, de silencios,
tenemos la sensación que la autora pasa por muchos temas, va de un lado a otro
pero que calla lo que es más importante… No es de extrañar porque es una novela
de la INCOMUNICACIÓN, Lucy y su madre no hablan de lo importante, no se
cuestionan por qué hace tanto tiempo que no se ven ni qué ha ocurrido con su
familia, de lo primordial no se habla, los cotilleos de su madre ahogan lo que
es importante. La autora en una entrevista habla de que es una novela sobre el
AMOR, no cuestionaré sus palabras, pero insisto que para mí es más una novela
sobre la INCOMUNICACIÓN, sobre la incapacidad de verbalizar los afectos,
aunque sí es verdad que lo que queda es el sentimiento de que entre ambas
existe un profundo amor aunque no lo expresen. Pero Lucy busca esas palabras que le declaen lo que su madre siente por ella y le preguntará varias veces: ¿Mami, tú me quieres? Aunque no
obtendrá respuesta, su madre forma parte de la cultura de su familia, que son congregacionalistas, una
religión protestante que tiene sus raíces en el puritanismo, por lo que
es muy austera y desapegada, no le contestará con palabras, cerrará los ojos y través de esos silencios dará a entender su amor, aunque nunca le haya pedonado que se marchara de su lado.
Es una novela en la que el lector tienen que llenar todos
esos huecos que quedan en blanco. Con gran sutileza la autora abre muchos
caminos para que seamos los lectores quienes transitemos e imaginemos todo
aquello que calla.
La obra nos
habla de la infancia, de una infancia triste, dura, con la presencia de su
madre aparecen los recuerdos reprimidos y fragmentados, habla de ellos con
sutileza, no profundiza, nos presenta
esa infancia en un pueblo perdido de Illinois, sumida en la más profunda pobreza,
donde los niños se burlaban de ella y de sus hermanos; donde no había revistas
ni televisión. El maltrato físico es explícito, en un momento determinado escribe:
Por otra
parte, en ocasiones y sin venir a cuento, mis padres –por lo general mi madre y
por lo general en presencia de mi padre- nos pegaban impulsiva y
vigorosamente.
Y subyace otro
tipo de maltrato, quizá el abuso sexual al que podemos pensar al hacer
referencia a la Cosa en mayúscula:
“…vi
la cara de mi padre tremendamente contraída, como la expresión que con frecuencia
precedía a lo que de pequeña yo llamaba-para mis adentros- la Cosa, es decir,
una situación en la que mi padre se ponía muy nervioso y no se controlaba…”
Y del que no
nos dará ninguna explicación, según la autora, plantea el maltrato, pero
deliberadamente no quiere entrar en ellos. Pero sin duda todos esos traumas
vividos marcan la personalidad de Lucy, quien es vulnerable pero a la vez
fuerte, es una superviviente. Ella huye
de su entorno, su inteligencia, los libros y el estudio es lo que le permiten
escapar de ese entorno tan hostil, pero jamás olvidará de dónde
viene y se siente culpable por haber salido de un mundo tan terrible, mientras
sus hermanos no han podido escapar de él. En este sentido se plantea la creación literaria como una forma de
madurez y de crecimiento personal, a través de la lectura y del estudio Lucy pudo
escapar de ese mundo tan terrible y es a través de escribir su historia “su
única historia” que es capaz de superar ese pasado, congratularse con él y
aceptarlo:
“Cuando
estoy en casa últimamente, no siempre, pero a veces, digo en voz alta, pero
bajito: “¡Mami!. Y no sé qué es, si estoy llamando a mi madre o si oigo el
grito de Becka aque día cuando vio el segundo avión estrellarse contra la
segunda torre. Creo que las dos cosas.
Pero
esta es mi historia.
Y
sin embargo es la historia de muchos,. Es la historia de Molla, la de mi
compañera de habitación;… ¡Mamí! Mamá.
Pero
es mi historia. Esta. Y me llamo Lucy Barton”
No aparecen
muchos personajes, de hecho solo son dos los protagonista: Lucy y su madre; el
resto o son figuras anecdóticas que pueblan las conversaciones de ambas
mujeres, o son conocidos o íntimos de Lucy, pero apenas sabemos de ellos, de
sus hijas, de su marido, apenas son retratados, intuimos la relación o el amor
existente pero Lucy no nos permite conocerlos, se queda en lo externo, como
ocurre en muchos aspectos de la novela.
El
tratamiento del tiempo me parece peculiar,
en ocasiones al leer la novela nos puede parecer que contemplamos la
conversación de una madre e hija desde el presente, pero como he apuntado
antes, Lucy rememora “su historia” al recobrar esos momentos vividos en la
clínica. Es una narración que se escribe tras varios años después y matizada
por el recuerdo y por la subjetividad de la autora. Lo que le permite a Lucy
recobrar el tiempo perdido y autoafirmarse como persona es su reflexión de que
ella es como es y que hay que aceptar lo que ha sido su vida y por ello la
escribe.
Y quizá lo que mejor resume la obra son las palabras de la mentora de Lucy, Sarah Payne,y en quien podemos ver reflejados algunos aspectos de Elizabet Strout, como afirma la misma autora en una entrevista vuelca en ella su idea de la escritura:
Pero, a solas, y después de haber leído la versión
temprana de lo que está escribiendo (y recordando) Lucy Barton, Sarah le ofrece
el siguiente diagnóstico: «Mira, escúchame, y escúchame con atención. Lo que
estás escribiendo, lo que quieres escribir es muy bueno y te lo publicarán.
Pero escúchame bien. La gente se te echará encima por unir
pobreza y maltrato. Una palabra tan absurda, una palabra tan
convencional y absurda como maltrato, pero la gente dirá que puede haber
pobreza sin maltrato, y tú no dirás nada. Nunca defiendas tu trabajo, nunca. Esta
es una historia de amor, tú lo sabes. Es la historia
de un hombre atormentado todos los días de su vida por cosas que hizo en la
guerra. Es la historia de una esposa que se quedó a su lado, porque eso es lo
que hacían la mayoría de las esposas de esa generación, y cuando va a la
habitación del hospital a ver a su hija habla compulsivamente de que el
matrimonio de todo el mundo va mal, y ella ni siquiera lo sabe, ni siquiera
sabe lo que está haciendo. Es la historia de una madre que quiere a su hija. De
una manera imperfecta, porque todos
amamos de una manera imperfecta. Pero si
mientras escribes esta novela te das cuenta de que estás protegiendo a alguien,
recuerda una cosa: que no lo estás haciendo bien».
De una forma u otra, podrá gustar más o menos, pero sin duda, es una novela que nos deja un regusto extraño en la obra, que despés de haberla leído se nos aparece el pesonaje y tenemos la conciencia de que algo se nos ha escapado o quizá ha habido algo que la autora nos ha querido enseñar entre líneas y no hemos sido capaz de reconocer.
Página Dos - Entrevista a Elizabeth Strout (27/09/2016):
Olive Kitteridge - Trailer - Official HBO UK BOOK-TRAILER:
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