miércoles, 8 de junio de 2022

LOS CHICOS DE LA NICKEL


El escritor Colson Whitehead, ganador de dos Premios Pulitzer - CHRIS CLOSE

   MADRID, 2 Sep. (EUROPA PRESS) -

Biografía de Colson Whitehead

Escritor americano nacido en Nueva York en 1969, Colson Whitehead creció en Manhattan, graduándose en la Universidad de Harvard. Sus primeros pasos en el mundo laboral los dio realizando reseñas sobre libros, música y televisión.

Whitehead es conocido por su primera novela, escrita en 1999, La intuicionista, y por El coloso de Nueva York, aunque en el mercado americano siempre ha destacado por su obra John Henry Days.

Con El ferrocarril subterráneo consiguió ganar el Pulitzer y el National Book Award en el año 2017.  En 2020 volvió a ganar un Pulitzer por su obra Los chicos de la Nickel con lo que es el único escritor en el mundo que ha encadenado de forma consecutiva dos Pulitzer seguidos y con lo que pasó a formar parte del selecto grupo de ganadores dobles entre los que se encuentran autores de renombre como Faulkner, Proulx, Updike y A. Walker. También es el sexto escritor de la historia en ganar el Pulitzer y el National Book Award por una misma novela. La carrera profesional de Colson Whitehead está plagada de premios y nominaciones. Su debut literario, “The Intuitionist” (1999) no solo se hizo con el galardón New Voices de The Quality Paperback Book Club, sino que también fue finalista del premio PEN/Hemingway. Su segunda novela, “John Henry Days” (2001), ganó un Young Lions Fiction y el premio Anisfield-Wolf Book, además de ser finalista del National Book Critics Circle Award. 

 

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        ·         Título original:The Nickel Boys

          ·         Editorial:Literatura Random House

          ·         Año publicación:2020

          ·         Traducción por:Luis Murillo Fort













"Los chicos podrían haber sido muchas cosas si la Nickel no los hubiera echado a perder. Médicos que curan enfermedades, o neurocirujanos, o de los que inventan algo que salva vidas. Candidatos a presidente. Tantos genios echados a perder"

"No soy negro, soy hombre." 

Estudiantes de la Escuela para Varones de Marianna, en 1957. Foto: Archivos del Estado de Florida.

La antropóloga Erin Kimmerle en el cementerio del centro, en una imagen de archivo.

La realidad social siempre ha atraído al narrador neoyorquino, quien  reconstruye la historia de un reformatorio -laArthur G. Dozier School for Boys, en Panhandle de Marianna- del estado de Florida en el que durante décadas se abusó sexualmente, torturó y mató a balazos a decenas de muchachos -en su mayoría, negros-. Se trata de un relato de horror que había permanecido escondido a la opinión pública hasta que en el 2014 una excavación arqueológica se topó con el macabro hallazgo de los restos de más de cincuenta cadáveres de jóvenes que habían sido encerrados en aquella institución tras haber sido detenidos por cometer delitos menores. Como explica el autor  en una entrevista ofrecida a Europa press: "Cuando me topé con la historia de este reformatorio era 2014 y había protestas en Missouri y ahora está lo de Jacob Blake y George Floyd y nunca en esos casos nadie ha rendido cuentas: todo el mundo se ha ido de rositas. Se podría decir que este libro nace de la impotencia de que nadie rinda cuentas y todo el mundo se libre". Y es indudable que Whitehead es bueno buscando historias reales a partir de las cuales escribir un libro de ficción para reivindicar derechos o denunciar actitudes. Lo vimos ya en su anterior libro El ferrocarril subterráneo y lo vemos también en esta novela.

Detalle de restos humanos en una carreta, tras una exhumación en el cementerio del colegio masculino Arthur G. Dozier en Marianna (Florida, EE.UU.). Alrededor de 30 cruces de metal marcan el cementerio, pero el estudio de terreno indica que existen 19 posibles tumbas que no están marcadas. La escuela fue cerrada en 2011 tras varios años de alegatos sobre torturas, abuso sexual, golpes y asesinatos que sucedieron en las décadas de 1940, 1950 y 1960. EFE/ARCHIVO

“Los chicos de la Nickel” tiene como protagonista a  Elwood Curtis, un joven de raza negra obsesionado con los discursos de Martin Luther King acerca de la lucha de la igualdad y la libertad y sueña con hacer de este mundo un lugar más justo. Es un chico inteligente con un futuro prometedor como estudiante que, tras ser abandonado por sus padres y criado por su estricta abuela, ve en los estudios universitarios su única salida hacía un futuro esperanzador.


La novela, corta en extensión -poco más de 200 páginas-, está dividida en tres partes más un Prólogo y un Epílogo. Prólogo y Epílogo se sitúan en el momento actual y sirven de marco a la historia que a continuación se cuenta.

En la primera parte el autor nos traslada a los Estados Unidos de los años sesenta y conocemos la infancia y adolescencia del personaje central Elwood Curtis. Esta parte finaliza cuando ilusionadamente Elwood, siempre buen estudiante y con un afán tremendo por aprender pese a las dificultades que un negro tiene solo por el hecho de serlo, con 16 años hace autostop para ir hasta la Universidad donde ha sido admitido para realizar un curso preuniversitario sobre literatura inglesa.

En la Segunda Parte ya vemos a El en la Academia Nickel. Aprender los códigos que allí dentro funcionan le ocasionará tener que pasar por la Casa Blanca, viejo almacén donde los supervisores encabezados por Spencer azotaban a los chicos negros o blancos para hacerles entender todos los puntos no escritos del manual de conducta de la institución. En la Nickel, Elwood que vive en la residencia Cleveland se hará amigo de Turner, de Desmond, de Jaimie y con ellos aprenderá a sobrevivir allí dentro.

La tercera parte es quizás la más variada pues comienza con el personaje en el Nueva York de hoy. Es un próspero empresario de mudanzas que posee una flota de camiones capitoné y un nutrido grupo de empleados. Ha triunfado. Esta es la primera sorpresa que Colson Whitehead nos da. Una sorpresa que en los capítulos que forman esta sección de la novela nos irá desvelando. En una especie de alternado hoy – ayer, o vueltas atrás (flash backs) esclarecedoras de lo sucedido hasta aquí, nos enteramos de lo que aconteció a esta pareja de compañeros (Turner Elwood) para que ahora pasado el tiempo el que atiende por el nombre de Elwood sea empresario de una empresa de mudanzas con varios empleados en plantilla y una importante flota de camiones. 

Un encuentro casual en Nueva York con un compañero de la escuela reformatorio sirve de disculpa para recordar penosos sucesos allí vividos; luego el descubrimiento que en el Prólogo leímos de restos humanos en los terrenos que ocupara la Nickel hace al Elwood empresario que vive satisfactoriamente con su mujer Mollie plantearse que ya es llegado el momento de participar activamente con su testimonio en desvelar la verdadera cara de este establecimiento y de pedir responsabilidades de lo sucedido aunque hayan pasado 42 años desde que él saliese de allí. Son varias las sorpresas que nos llevamos en esta tercera parte si bien la mayor es la que leemos en el Epílogo que cierra el relato. 

A este respecto mientras que las partes en pasado son más descriptivas de lo que sucede en la escuela, los capítulos del presente son más introspectivos y permiten entrever las secuelas que el paso por la Nickel dejó en el cuerpo y en el alma a quienes estuvieron ahí. Las marcas físicas se curan con el tiempo, pero la sensación de indefensión y de inferioridad, el sentimiento de ser una presa en un mundo amplio y salvaje no desaparecen nunca.

Whitehead tiene una escritura nada afectada. Usa el mismo tono para contar una escena de lo más cotidiana como las terribles palizas que reciben los jóvenes de la Nickel. Desde el punto de vista de un joven negro en los años sesenta, todo es rutina. No esconde la cruel violencia de la Nickel, pero tampoco hace demasiado hincapié en ella, muchos eventos quedan solo apuntados, dejados a la imaginación del espectador que debe decidir lo que realmente ha sucedido. El estilo de Whitehead es sin duda sutil. Utiliza metáforas muy poco obvias pero muy efectivas y no se detiene demasiado en los pensamientos de cada uno, con unos pocos apuntes es capaz de dar una impresión certera de las emociones de un personaje, dejando siempre espacio al lector para que construya la escena junto a él. Es cierto que en ocasiones el tono es demasiado periodístico, importando más lo que sucede que los personajes en sí, especialmente en los capítulos de la Nickel. Y es cierto que tiene un interés real y declarado en contar lo ocurrido allí y en general de dirigir la mirada del lector al conflicto racial en el país, pero en conjunto sabe encontrar un buen equilibrio entre ambas facetas, la periodística y la narrativa y dar forma a una novela sobresaliente.



Los chicos de la Nickel es una novela oscura no especialmente optimista respecto al alma humana. La maldad son las personas, dice. Puedes cambiar las leyes pero no puedes cambiar a las personas. Pero al mismo tiempo cuenta la historia de Elwood y de su amigo Turner, y de cómo sobreviven a la vida más dura imaginable de cómo un corazón bueno y un alma justa son capaces de enfrentarse a un mundo y sobrevivir e incluso ganar unas cuantas victorias por el camino. La figura de Martin Luther King sobrevuela toda la novela y la lucha por la justicia, no como una ley universal para todos los hombres sino como algo que uno cree firmemente que es lo correcto es el motor de la novela. 

Los chicos de la Nickel es una novela de perdedores, de maratonianos del final de la carrera, de “los que cruzan la línea de meta por las buenas o por las malas, sus pies convertidos en una pulpa sanguinolenta dentro de las Nike”. Es una novela oscura, sí, pero también tiene un optimismo resistente. Resistente contra la injusticia, contra el dolor y las ofensas, contra las peores cartas que te puede dar la vida. Colson Whitehead da una clase de historia, relatando uno de tantos periodos negros de nuestro pasado y sucesos que ocurrieron no hace tanto tiempo, pero sobre todo ofrece un estudio del alma humana y muestra hasta dónde puede llegar un hombre con voluntad.

«Tenemos que creer con toda nuestra alma que somos alguien, que somos importantes, que valemos, y tenemos que caminar a diario por las calles de la vida con este sentido de dignidad y este sentido de ser alguien.»

«Metednos en la cárcel y nosotros os seguiremos amando. Arrojad bombas contra nuestras casas y amenazad a nuestros hijos, y nosotros, por muy difícil que sea, os seguiremos amando. Enviad a vuestros criminales encapuchados para que entren en nuestras comunidades al amparo de la noche y se nos lleven a rastras a un camino apartado y nos abandonen allí tras darnos una paliza de muerte, y nosotros os seguiremos amando. Pero tened por seguro que nuestra capacidad de sufrimiento acabará por agotaros, y que un día ganaremos nuestra libertad.»



Colson Whitehead y las claves de ´Los chicos de la Nickel', su nueva novela, Premio Pulitzer 2020

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