sábado, 8 de diciembre de 2018

"EL SEÑOR PIP", Lloyd JONES


“Siempre era un alivio volver a Grandes esperanzas. Contenía un mundo que era íntegro y, a diferencia del nuestro tenía sentido.” 


La novela “El señor Pip” del neozelandés Lloyd Jones es un libro que podemos calificar como metaliterario, es decir, literatura que habla de literatura, en este caso, de la novela “Grandes esperanzas” de Charles Dickens, y de cómo puede influir un libro en la vida de una persona ¿Puede llegar a cambiar la vida de alguien? Posible o imposible, pero para los amantes de la lectura entre los que me incluyo esta premisa nos ha de parecer fascinante. En esta novela la lectura de una novela puede cambiarlo todo, la forma de ser y de sentir y hasta el curso de los acontecimientos. Tengo que señalar mi debilidad ante los libros que hablan de libros y no es de extrañar que este libro me parezca entrañable. Creer que la lectura tiene  la capacidad de cambiar el mundo puede resultar ingenuo, seguramente, pero al igual que Matilda para mí la lectura me ha permitido descubrir mundos, personalidades y circunstancias que de otra manera no habría podido conocer ni vivir,   procurarnos otra vida”, Harold Bloom dijo alguna vez que la lectura nos aporta el don de la alteridad; esto es, cambiar nuestra perspectiva por una ajena, ya sea la del personaje, la del narrador o la del autor, y observarlo todo desde otro punto de vista. Es un ejercicio mental: la alteridad otorga flexibilidad de pensamiento, y elude la comodidad de permanecer encallados en la idea de que nuestra propia cosmovisión es la única posible. Por tanto, estoy convencida,  que te hace una persona más libre y seguramente más tolerante. Por todo ello es evidente que este libro me ha llegado muy al fondo. 


EL AUTOR 

Lloyd Jones (foto Salamandra)
Jones en 2012
Lloyd Jones nació en Nueva Zelanda en 1955 y estudió Ciencias Políticas, pero nunca llegó a graduarse por la multas acumuladas en la biblioteca durante su último año de estudios. Ejerció como periodista varias años antes de dar el salto a la literatura. Ha publicado un volumen de relatos y ocho novelas, entre las que se encuentran Biography o The Book of Fame.
Con la publicación de El Señor Pip, Lloyd Jones se convirtió en uno de los escritores más célebres de Nueva Zelanda, y merced al boca oreja, el libro se encumbró hasta el primer lugar de las listas de éxitos de su país y Australia. Con esta novela se dio a conocer a nivel internacional, recibiendo numerosos premios y distinciones, entre ellos fue Ganador del Premio de la Commonwealth en 2007 e inesperado finalista del Premio Man Booker, ese mismo año.




EL SEÑOR PIP

EDITORIAL: Salamandra
ISBN: 9788498381795
FECHA DE PUBLICACIÓN: 1 de Octubre de 2008

RESUMEN DEL ARGUMENTO 



La historia se desarrolla en años muy cercanos, 1991 y siguientes, durante la guerra civil que asoló Papua-Nueva Guinea. El personaje principal es una niña, Matilda, una niña negra, adolescente, que vive en la pequeña isla de Bougainville, en medio del Océano Pacifico, cuando se inicia la historia tiene 13 años. Es un territorio que pertenece a Papua-Nueva Guinea. La vida en la isla es sencilla, calmada, sin demasiadas complicaciones, en realidad tienen todo lo que necesitan: un clima cálido, frutas, cerdos, un mar con muchos peces, techos enclenques y una escuela.  Tiene minas de cobre, explotadas por multinacionales y muchos nativos están empleados en la extracción del mineral. La guerra civil se originó precisamente, porque los rebeldes declararon la guerra  a la compañía que explotaba la mina y eso hizo que interviniese el ejército de Papua-Nueva Guinea, los “pieles rojas”. Esto instaura un tiempo de inseguridad y miedo, que en un lugar como ese resulta antinatural.

Isla bouganville:GOOGLE MAPS




Todos los hombres blancos de la isla la abandonan cuando se producen las primeras escaramuzas. Todos menos el señor Watts. Es una persona singular, ya de edad avanzada, delgado, que vive en la isla desde hace años en compañía de su esposa, no se sabe nada de él ni llegaremos a saberlo, él nos cuenta su historia, pero vemos claramente que fabula sobre ella y cuando Matilda busca la verdad sobre el personaje y visita a su primera mujer, nos dice:



“…No sé nada del hombre al que June Watts conoció. Yo solo conozco al hombre que nos enseñó a reinventar el mundo, y a ver la posibilidad del cambio, a recibirlo en nuestras vidas. Tu barco de vapor podía llegar en cualquier momento, y ese barco podía adoptar muchas formas…”



Charles Dikens
El señor Watts es un profesor atípico. Comienza su andadura como maestro confesando ante sus alumnos que él no lo sabe todo y que posiblemente no pueda responder a la totalidad de las preguntas que le hagan. Después hace entrar en escena a su autor literario favorito, Charles Dickens, a quien llamará señor Dickens, haciendo que parezca cercano pese a estar separado en el tiempo por más de un siglo. A través de su novela, “Grandes Esperanzas”, predilecta del señor Watts, introduce en su clase al personaje principal de la obra, el señor Pip, que será un compañero más de los alumnos de tan pintoresca aula. El señor Watts hace que Pip anide en su clase y sea el aglutinante. Pero no por eso deja de procurar que los niños aprendan su propia cultura. Propone y consigue que las personas mayores de la aldea transmitan sus conocimientos a los jóvenes. Conocimientos de cosas simples y cotidianas, de leyendas, de costumbres heredadas de sus mayores. Lo que pretende es que su mundo no se desligue de sus ancestros. Sin dejar de explicar lo que Pip hace en su vida, quiere que ellos no rompan con lo que configura su entorno, su propia cultura, no reñida con ninguna otra.

En poco tiempo la isla está incomunicada. No solo eso, las aldeas que la componen han visto como sus hombres hasta una edad juvenil, se han unido a la guerrilla, por lo que en ellas solo quedan mujeres, viejos y adolescentes, como son Matilda y sus compañeros.

Una mente adolescente es un vivero donde sembrar conocimientos, es un campo de “grandes esperanzas” como indica la obra de Dickens. Matilda es una prueba de ello. Tiene una madre, Dolores, que es rotunda y real como la vida misma. Su convivencia con ella, desde el inicio de la aventura escolar del señor Watts, se torna complicada. Dolores está muy interesada en conocer al señor Pip, si bien tendrá con el señor Watts diferencias notables; ya que mientras para el improvisado maestro, su libro de cabecera es el mencionado “Grandes esperanzas”, para Dolores es la Biblia. Pero en el momento clave,  ella  se presentará como una mujer valiente capaz de enfrentarse a la brutalidad y no se doblegará aunque las consecuencias para ella sean terribles.  
Cuando los soldados destruyen todo lo que tienen ¿Cómo hacerle entender a un tipo que sólo se expresa mediante las armas que Pip es el personaje de un libro? Todos lo pierden todo, solo les quedará la palabra. La narración oral servirá para recobrar la esperanza, Watts relata otras historias, reúne a su gente junto al fuego e incluso a los rebeldes que se escondían en la selva, las historias  capturan sus golpeadas conciencias. Aquellos insurgentes pudieron haber destruido todo, pero las palabras no, las palabras son lo único que jamás podrán arrebatarles.


El destino, no obstante, le tiene reservado un camino aún más espinoso a la joven isleña. Mucho más espinoso, incluso, que aquel de Pip cuando recala en Londres. Matilda lo pierde todo, su historia, su mundo, su identidad. Antes de huir de su tierra, reflexiona: “Ya sabía yo lo que era marcharse. Sabía por Pip lo que era irse de un sitio. Sabía que no se mira atrás”.

La novela de Lloyd Jones pretende tender puentes entre ambas épocas, y demostrar cuántos factores aún nos relacionan con el pensamiento y los patrones de comportamiento  entre un siglo y el precedente. El éxodo rural fue uno de los temas que mejor retrató Dickens: sus grandes historias versan sobre los sufrimientos de los desplazados a las grandes ciudades en la era victoriana, así como la relación de las nuevas clases medias con el incipiente sistema capitalista. Aunque en otro hemisferio y en otro siglo, no es muy diferente a los padecimientos de Matilda y su comunidad: afectados por la falta de escrúpulos de una compañía minera, por las guerras sangrientas y el abuso de poder, el único destino que les queda a estos míseros campesinos es trasladarse a zonas urbanas.

Escudo de la bandera de Bougainville.
Asimismo, tanto Pip como Matilda acceden a un mundo que, de no haber existido un cambio imprevisto en sus vidas, les habría sido imposible ingresar. En el caso de Pip se debió a un golpe de suerte. Para Matilda fue mucho más trágico, tuvo que perderlo todo para que el destino se compadeciera de ella, y pudiera escapar del salvajismo. Progresar mediante el propio esfuerzo, saber aprovechar las oportunidades, incluso gracias a los golpes de suerte y no a través de lo que se ha heredado durante generaciones, es el vehículo que impulsa hacia delante a ambos personajes.
Durante la época victoriana era común que las novelas –publicadas por entregas– fueran leídas a toda la familia por un integrante, preferentemente el padre. Es llamativo que Grandes esperanzas aterrice en las mentes de los alumnos de Bouganville mediante la lectura en voz alta del señor Watts. La narración oral, de hecho, es una pieza fundamental en la novela de Jones, y esto le permite al maestro tergiversar ciertos pasajes de la historia para adaptarla a los infantiles oídos de sus alumnos. Años después, ya en Australia, Matilda lee la novela y advierte que el señor Watts había reinterpretado la obra, construido un universo distinto del que ahora le llegaba mediante la letra impresa. Matilda comprende así el mecanismo de toda experiencia lectora: cuando uno lee rescribe la historia según su propia razón. Concibe una historia diferente, con otra forma. 

Dejando atrás las analogías, hay dos aspectos preponderantes que tienden puentes entre ambos mundos y ambas obras: en primer término, la búsqueda de la identidad; en segundo, el poder la palabra como salvador y generador de vida.

Y esta conquista de una nueva identidad no sería posible sin el valor que la palabra tiene en la vida de Matilda. Del poder de la palabra para construir mundos allí donde la mano destruye. Después de perderlo todo, el único patrimonio de la joven protagonista es la ilusión recobrada gracias a Pip. En una tierra sin libros, donde las narraciones son solamente orales, el texto –oral o impreso– es capaz de reconfigurar su mundo, de abrir nuevas puertas. Como si de una Biblia se tratara, Grandes esperanzas termina convirtiéndose en una herramienta de búsqueda de sentido, en un mundo que se desvanece. Para Matilda, Pip se erige en una especie de Mesías que asegura la salvación entre tanta escasez y desesperanza. Y esta comparación no es gratuita: uno de los pasajes más intensos de la novela lo representa la discusión entre el señor Watts, que defiende la lectura del relato de Pip, y Dolores, la madre de Matilda, una apasionada cristiana que considera a Pip una especie de demonio que ha venido a tergiversar las conciencias de los niños del pueblo. La palabra se erige, así, en el patrimonio en juego del debate. La palabra como herramienta catalizadora, creadora de mundos.

La palabra también será terapéutica, para Matilde le permite salir de la depresión en la que estaba sumida en el frío Londres, la escritura de su historia y del señor Wats le permitirá escapar de la tristeza y ese es el libro que hemos leído, pero creo que para terminar nada mejor que las palabras del libro:
   El señor Dickens al que conocí también tenía barba y el rostro enjuto y ojos que querían escapar de la cara. Pero mi señor Dickens iba descalzo y con la camisa desabro­chada. Salvo en ocasiones especiales, por ejemplo cuando daba clase, y entonces vestía traje.

   Sólo en fechas recientes se me ocurrió que nunca lo vi con machete: su arma para sobrevivir era el relato. Y en una ocasión, hace mucho tiempo y en circunstancias muy difíciles, mi señor Dickens nos había enseñado a todos nosotros, los niños, que nuestra voz era especial, y debe­ríamos recordarlo siempre que la usásemos, y tener siem­pre en mente que al margen de lo que nos pasara en la vida, nunca podrían arrebatárnosla.


   Durante un breve tiempo, había cometido el error de olvidar esta lección.

  En medio del silencio respetuoso, sonreí por todo lo que los demás no sabían. La historia de Pip era la mía, aun cuando hubiera sido una niña y tuviera la cara negra como la noche resplandeciente. Pip es mi historia, y al día siguiente lo intentaría donde había fallado Pip. Trataría de volver a casa.

FUENTES: 

 
El director de cine Andrew Adamson ha dirigido la adaptación al cine de El Señor Pip. La premiere de la película fue mostrada en el Festival de Cine Internacional de Toronto en septiembre de 2012, y se prevé el estreno en Australia/Nueva Zelanda este Octubre. Hugh Laurie es una de las estrellas del film interpretando el papel del Sr. Watts.
Este es el tráiler de la película:




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