“Cuando
hay crímenes violentos que involucran a un hombre y a una mujer,
normalmente se desarrolla así: nadie dice que el hombre sea un buen tipo, pero
la opinión suele dividirse en el caso de la mujer. O es la villana
instigadora, o la víctima aterrada que solo lo hizo porque temía por su
vida. Ese es el patrón con Grace”
LA AUTORA:
Margaret Atwood (Ottawa, 1939) es una de las escritoras canadienses de
mayor renombre internacional. Autora prolífica, ha cultivado diversos géneros
literarios y su obra ha sido traducida a más de cuarenta idiomas. Entre sus
novelas destacan, además de Alias
Grace (Salamandra, 2017), El
cuento de la criada (Salamandra, 2017) y Ojo de gato, finalistas del Premio
Booker, un galardón que obtuvo con El asesino
ciego, su décima novela. En Salamandra ha publicado también Por último, el corazón (2016). Ha
recibido asimismo el Governor General’s Award, la Orden de las Artes y las
Letras, el Premio Montale, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Premio
Nelly Sachs, el Premio Giller, el National Arts Club Literary Award, el Premio
Internacional Franz Kafka y el Premio de la Paz del Gremio de los Libreros
Alemanes.
Título original: Alias Grace
ISBN: 978-84-9838-817-6
Número de páginas: 528
Tipo de edición: Rústica con solapas
Sello editorial: Narrativa
Colección: Narrativa
PVP: 24,00 €
ISBN e-book: 978-84-15631-96-5
PVP e-book: 13,99 €
Margaret Adwood es una escritora con una amplia
trayectoria literaria cuyo nombre aparece cada año como candidata para el Nobel
de Literatura, en
2008 fue galardonada con el Premio
Príncipe de Asturias de las Letras de nuestro país, pero ha tenido que venir la
televisión para que el nombre de la autora sea conocido en medio mundo, su popularidad entre el gran público ha llegado gracias a la serie El cuento de la criada, basada
en su novela con el mismo título. Ese tirón literario y televisivo se ha
reforzado con la adaptación televisiva de una de la novelas de Margaret, Alias Grace, cuyo estreno en
Netflix coincide con la publicación en papel por parte de Salamandra.
Hay que aclarar que aunque la protagonista de Alias
Grace también es una criada, no estamos en un futuro distópico, si no
ante una novela basada en hechos reales, una especie de biografía novelada de
adaptación libre.
Alias
Grace está basada en la vida de Grace
Marks, una de las figuras femeninas más importantes del Siglo XIX en
Canadá. Con 16 años, Grace se hace famosa al ser declarada cómplice del
asesinato de su señor, Thomas Kinnear, y del ama de llaves (y amante de este)
Nancy Montgomery. La sociedad de la época se divide entre los que ven en la
criada un alma cándida sin maldad y los que creen que alberga el mismísimo
diablo en sus entrañas.
Margaret
Atwood hace un trabajo exhaustivo de documentación de los hechos que ocurrieron
en la época, pero lo interesante de la novela es cómo la autora partiendo de un
hecho real y cruel nos plantea una ficción en la que cuestiona el papel de la
mujer y la sociedad de finales del siglo XIX. Recrea la historia incluyendo cartas y artículos que se escribieron en aquel momento y que
ilustran muy bien el ambiente creado alrededor del caso.
El caso de Grace Marks fue todo un acontecimiento que sacudió la opinión pública del momento. La juventud y la cándida belleza de Grace, combinados con el horror del crimen que se le atribuía, la convirtieron en un personaje que despertaba un enorme interés cosechando hordas tanto de defensores como detractores.
Cabría señalar lasdiferencias entre la historia real y la novelada. La verdadera Grace Marks emigró desde Irlanda en barco al país vecino de Estados
Unidos con ocho hermanos más y sus padres, su madre murió a bordo y fue tirada al mar, mientras que Grace fue llevada
a trabajar a la casa de los Parkinson. Nunca conoció a Mary ni
tampoco al doctor Simon Jordan. Esos personajes fueron inventados por
Atwood en su novela, para así conocer la vida de Marks más a fondo y con un
toque de empatía que no habríamos tenido sin ellos.
El crimen, a diferencia de lo anterior, sí ocurrió como se
relata.
Una tarde, en la granja del señor Kinnear, Grace Marks y James McDermott
asesinaron a Thomas Kinnear y Nancy Montgomery a sangre fría y sus cuerpos quedaron en
el sótano del hogar. Sin embargo, para el momento del juicio,
ninguno de los dos
reclamó ser inocente ni una sola vez. Las historias sí
cambiaron de culpable en culpable, y Marks
nunca estuvo de acuerdo en nada de lo que declaraba McDermott.
Testimonio de Grace Marks en 1843 |
McDermott,
al igual que en la novela, siempre dijo que fue Grace Marks la persona que le
incitó a cometer los crímenes. Alegando que la iban a despedir sin sueldo, le
obligó a asesinar a Montgomery y Kinnear.
A pesar de que nunca se comprobó quién de ellos decía la verdad, sí hubieron hechos realmente
extraños en la Corte. Uno de ellos fue la vestimenta de Marks, quien apareció
ese día con el vestido de la mujer asesinada como si nada hubiese pasado.
Tampoco mostró ningún signo de preocupación o disgusto durante el juicio, pero sí se desmayó una vez escuchó su sentencia: la horca para ella y McDermott.
Al igual que en la novela Grace logró salir de la Penitenciaria
de Kingston con más de 40 años (fue acusada a los
16) y se instaló en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. De ella se perdió
el rastro para siempre y lo único que se escuchó
de Marks por última vez fueron las respuestas que dio a la cárcel una vez
liberada.
Fotograma de la serie |
La ficción se inicia en Canadá, el año de 1850. Grace Marks está a punto de cumplir veinticuatro años y lleva recluida desde los dieciséis (primero en un psiquiátrico y luego en prisión) acusada de la muerte del dueño y del ama de llaves de la casa en la que servía. Grace se ha librado de la horca porque su versión contiene demasiadas lagunas. Un grupo de reformistas y espiritualistas que defienden la inocencia de Grace, contratan al Doctor Simon Jordan, especialista en enfermedades mentales, para ayudar a Grace a recordar lo que pasó realmente aquella fatídica mañana. Simon Jordan, un joven e idealista psiquiatra, le hará una serie de entrevistas con el objetivo inicial de progresar en sus investigaciones sobre el subconsciente; cuando la conozca, también tratará de demostrar su inocencia.
En mi opinión lo más interesante de la novela es el
punto de vista, el juego de los dos narradores: uno en primera persona con la
voz de la propia Grace y otro en tercera persona focalizado en el doctor
Jordan. A través de estas dos voces conoceremos los acontecimientos anteriores
y posteriores al momento de las entrevistas:
- El pasado de la protagonista en su Irlanda natal y la terrible travesía oceánica con toda su familia para llegar a Canadá en busca de un futuro mejor; las andanzas de Grace en las diferentes casas en las que trabajará como criada, hasta llegar a la mansión del señor Kinnear y el ama de llaves Nancy Montgomery, víctimas del horrible crimen.
- Los acontecimientos posteriores a la aparición del doctor Jordan y la resolución del caso, transcurridos veintinueve años desde que se cometió el crimen.
Ambas voces narrativas resultan impecables, están
impregnadas de una fina ironía y cumplen con el cometido de facilitar al lector
toda la información posible. No obstante, también tensionan la posición del
lector frente a la narración: la tercera persona que focaliza en Simon Jordan
es una voz fiable que tiene la capacidad de desvelar la psique de los
personajes. Pero la voz de Grace, quien nos va tejiendo su
pasado igual que esos cuadros de patchwork, nos llega con
autoridad y verosimilitud, tiene una serie de matices que nos hacen dudar
continuamente de ella: autocontrol, frialdad y la omisión deliberada de algunas
cuestiones importantes, ella afirma no
recordar nada de los asesinatos y su historia comienza realmente cuando
comparte vida con la joven Mary y cómo le marca lo que le sucede. En consecuencia, la fiabilidad de la voz del narrador en tercera persona
consigue, por contraposición, el efecto buscado de que el lector no acabe de
estar totalmente cómodo con la voz en primera persona de la protagonista que
adquiere la condición de narrador no fiable. Y al lector se le ponen los pelos de
punta mientras comienza a plantearse realmente si ella es culpable, si tanta
frialdad no esconderá una incapacidad para sentir amor o compasión.
Si lo más representativo de la obra es ese juego de voces, cabe señalar otro elemento que para mí es esencial en la obra, la crítica mordaz a una sociedad hipócrita, pacata, reprimida fascinada por el atractivo que provocaba el sensacionalismo barato y la clara desvergüenza social, de una época que intentaba guardar las apariencias a través de la religión, el puritanismo y los “buenos modales”. Con una fuerte moralidad religiosa que no impide que se seduzcan a jóvenes criadas a las que luego se abandona a su suerte como es el caso de Mary, o como la joven hija del alcaide casada con el reverendo o Nancy, la amante del señor Kinnear quien no es recibida en sociedad y de la que se intuye que Grace puede llegar a ser la sustituta. Nos muestra el ambiente de época, marcando diferencias entre los sexos, las clases sociales y los prejuicios y las desigualdades incluidas excéntricas aficiones como el espiritismo en algunas personas de clases altas, aburridas.
CrÍtica que también alcanza al modo en que se trataba a las
presas, las pocas garantías que se tenían en los juicios, sobre todo
si eras pobre, donde la sentencia estaba dictada antes de ser juzgada y por
supuesto critica duramente a la prensa, más interesada en chismorreos
sensacionalistas que en la verdad, dejando bastante clara la falta de ética y
veracidad de los medios que informaron acerca de los hechos.
A pesar de ser una historia dura, por su brutalidad, por el pasado
de la protagonista y la frialdad con la que a veces nos relatan los hechos, Alias Grace, está
plagada de sarcasmo, humor negro y verdades crudas como es el relato de la
travesía en barco hasta llegar a Canadá o la muerte de Mary, así el personaje
de la joven criada se refiere al destino de la mujer:
Otro de los temas recurrentes en la historia y que
se menciona a lo largo de toda la lectura, es la
tendencia que hubo en el Siglo XIX a diagnosticar como histeria femenina,
prácticamente cualquier síntoma: irritabilidad,
desmayos, insomnio, respiración entrecortada, dolor de cabeza, “tendencia a
causar problemas” [“Histeria.
Estos ataques suelen producirse sobre todo en mujeres jóvenes, solteras y de
temperamento nervioso…Las mujeres que los sufren suelen pensar que padecen
<<todas las dolencias a que está sujeta la carne>>…” Isabella Beeton
–Beeton’s Book of Household Management, 1859-1961-]. Tanto Grace
como el Doctor Jordan lo tienen muy presente, no deja de ser otra muestra
más de la misoginia que imperaba en aquellos momentos, el
conflicto existente entre la mujer desapasionada, considerada modelo de virtud
y moralidad en contraposición a la que “cedía” al deseo y las pasiones y
que por tanto era tratada de libertina, perversa o loca, ganándose así,
un viaje directo al manicomio.
Hay dos escenas de contenido metafórico que se enlazan para
ejemplificar la hipocresía y el machismo de la sociedad. Al poco tiempo de
llegar a la casa del señor Kinnear, Grace está limpiando la habitación
principal cuando entra Nancy de mal humor para interrogarla. La estancia está
decorada con varios cuadros y uno de ellos llama la atención de Grace. El ama
de llaves le explica que es una copia de un famoso cuadro sobre el tema bíblico
de Susana y los ancianos. Grace discute con ella, pues ha leído la Biblia y no
conoce ese pasaje.
El
señor Kinnear llega en ese momento para aclararles que pertenece a los
Apócrifos. En ese libro se cuenta que Susana era mujer a la que unos viejos
acusaron falsamente de hacer pecado con un joven, precisamente por negarse a
cometer pecado con ellos. La hubieran lapidado si no llega a ser por la
inteligencia de un abogado. Kinnear le pregunta a Grace por la
moraleja del relato, a lo que ella responde que “una no tenía que bañarse en un
jardín”.
Ella
asume que la culpa siempre es de la mujer.
Susana y los Viejos, Guercino. |
La
segunda escena tiene lugar el día del cumpleaños de Grace. Nancy le da la tarde
libre y decide irse a pasear sola por el bosque que rodea la propiedad. Durante
un rato se queda dormida apoyada en un tocón. Jamie Walsh, un joven ayudante del
señor Kinnear, la despierta y la anima haciéndole una corona de flores.
Finalmente, el chico ha de irse y le pide un beso. Grace que le responde que
solo uno en la mejilla.
Esta
escena entre ambos transcurre bajo las miradas del señor Kinnear y McDermott.
Cuando
Grace vuelve a la casa es inquirida por ambos y por Nancy, los cuales le dan un
sentido indecente a lo que ha ocurrido, volcando sobre la joven toda clase de
sospechas. Grace
concluye diciendo: “tuve la sensación de
que aquella tarde no había sido mía en absoluto y que tampoco había sido un
acontecimiento agradable y privado”.
Como
Susana, Grace fue a bañarse sola en un jardín y, al final, el punto de vista de
los hombres se impuso sobre sus actos, arrebatándoles su vida.
Otro rasgo característico en Alias Grace es el
peso del subtexto que da lugar a una lectura rica y llena de matices por la que
hay que dejarse llevar aunque no sea del todo comprensible en un primer
momento. Tal como sucede con el primer párrafo de la novela:
La potencia sugestiva de las imágenes que emplea
Atwood en estas primeras líneas resultan hipnóticas sin que sepamos muy bien
por qué. La autora logra extender ese poder sugestivo a lo largo de toda la
narración.
La potencia sugestiva de las imágenes que emplea
Atwood en estas primeras líneas resulta hipnótica sin que sepamos muy bien por
qué. La autora logra extender ese poder sugestivo a lo largo de toda la
narración.
También es característico en esta novela el despliegue de simbología; una serie de elementos que aparecen reiteradamente a lo largo de toda la historia y que nos dan pistas sobre el modo en que Grace percibe el mundo. Uno de ellos son las flores —las peonías y las arañuelas, en particular— que simbolizan a las mujeres y su papel en la sociedad. Y otro de esos elementos son los quilt (edredones tradicionales cosidos a base de la adición de motivos). El quilt en Alias Grace es una metáfora potentísima que nos está advirtiendo sobre el proceso de creación del «relato» de la protagonista. A lo largo de la narración de Grace Marks el lector se pregunta si la verdad existe realmente o es una construcción subjetiva, un artefacto compuesto por una serie de cuadros bien cosidos entre sí como los de un quilt. Porque mientras habla, no deja de coser una colcha. De hecho cada capítulo comienza con el cuadro que Mary cose en ese momento.
Alias Grace es una novela
larga, al estilo decimonónico. Es de esas obras que merecen una lectura
reposada, por más que los enigmas de la trama nos empujen a leer en diagonal.
La historia, una vez finalizada, persiste durante un tiempo en la cabeza del
lector como una pastilla efervescente, invitando a la reflexión. Recomiendo,
una vez superado ese estadio, releer al menos el primer capítulo.
En cuanto al título, Alias Grace es un acierto
porque participa de la ambigüedad que rige toda la historia. En algún momento
se menciona que Grace, en su huida tras conocer (¿o perpetrar?) el crimen del
que se le acusa, se registra en una posada bajo el alias de Mary
Whitney. Sin embargo, nos pasamos la novela poniendo no sólo en duda la
inocencia de Grace si no su propia identidad.
Atwood opta por cerrar la acción de una forma un tanto precipitada tras una novela de ritmo calmado y constante. Y no lo hace, apostaría, por tener prisa, sino por dejar un cierto aroma de duda en el aire que se mantiene dentro del lector durante un rato. Nos preguntamos, ¿quién es Grace? Y eso, justamente eso, es lo que convierte a esta novela en una magnífica opción.
POWER POINT BLOQUES PATCHWORK, Fina MARTÍNEZ
Sarah Polley, Margaret Atwood y Sarah Gadon |
Protagonizada
por:Sarah Gadon, Edward Holcroft, Paul
Gross
Sarah
Polley tardó 20 años en adaptar la novela de Margaret Atwood, una oscura
historia inspirada en hechos reales.
Año
de estreno: 2017
EL CUENTO DE LA CRIADA: Sitio oficial
La escritora canadiense
Margaret Atwood ejerce como productora de la serie que HBO ha adaptado de su
novela The Handmaid's Tale (El cuento de la criada). Tiene un cameo en el
primer episodio.
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