lunes, 10 de septiembre de 2018

Angelika Schrobsdorff: Tú no eres como otras madres



Tú no eres como otras madresAngelika Schrobsdorff.
Traducción de Richard Gross.
Periférica & Errata Naturae. Cáceres / Madrid, 2016. 592 páginas. 24,50 euros


Hemos leído una obra  extensa y que desde el punto de vista del género literario es particular, de un lado nos narra la vida de Else Kirschner, por tanto es una biografía; escrita por su hija,  lo que hace que sean unas memorias de la autora y de su familia; y, a su vez, es la narración de los sucesos que conformaron el Berlín de entreguerras con lo que se convierte además en un apasionante documento histórico.  Además utiliza la correspondencia de su madre lo que nos permite conocer la vitalidad de esta.


Angelika Schrobsdorff. Foto: Sören Stache

Angelika Schrobsdorff, la autora de la novela,  conoció la fama con su primera novela, Hombres, el escándalo que produjo su publicación la hizo inmediatamente conocida, una obra descarnadamente sincera y en la que el componente autobiográfico también desempeña un papel esencial, escribió diez novelas y dos libros de cuentos que han marcado la narrativa alemana de la segunda mitad del siglo XX.  Nació en 1927 en Friburgo en el seno de una familia de la burguesía judía, y en 1938 huyó a Bulgaria con su madre y su hermana. En 1947 regresó a Alemania y en 1971 se casó con Claude Lanzmann, el director de Shoah. Murió en Berlín en 2016. La novela autobiográfica Tú no eres como otras madres, publicada en 1992, disfrutó de un éxito colosal.
Este proyecto ambicioso de presentar su obra cumbre por primera vez en español parte del esfuerzo conjunto de dos editoriales de proyectos muy personales y minoritarios como son Errata Naturae y Periférica.
Como actriz, Angelika Schrobsdorff participó en películas como Der Rufo y en varios programas y documentales autobiográficos.
Hombres, Traducción de Joaquín de Aguilera. Periférica & Errata Naturae, 2018. 576 páginas, 24,50 €

La autora con su madre

La narración de Angelika Schrobsdorff reconstruye la vida real e inconformista de su madre, una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el «excelente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro). Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de joven: vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amara. Ésta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer al principio: el presente.

Así describe la autora a su madre en las primeras páginas:

"Me he interrogado una y otra vez sobre el secreto de su fascinación, se lo he preguntado a personas que tuvieron amistad con ella. Pero nadie, ni yo misma, ha sabido dar en el blanco. Es cierto que tenía una cara bonita, que era inteligente, ingeniosa, desbordante en su amor, su vitalidad y su generosidad. Ignoraba las convenciones, los cálculos, las pretensiones. Pero no era sólo eso. Tenía un carisma que no se explica con dotes físicas, humanas o intelectuales. Cuando trato de describirla para mí o para otros, vuelvo una y otra vez sobre la palabra "autenticidad". Else era -en un mundo de autoengaño, de disimulo y de hipocresía- tan auténtica y elemental como sólo puede serlo una criatura de la naturaleza" (páginas 21,22)


Else con su hijo
Berlín, años 20
 La primera parte se titula “Lo completamente distinto”. Else tenía un futuro marcado como una judía burguesa más, pero desde pequeña mostró atracción por la religión cristiana, no por lo místico de esta,  sino por su lado más festivo, como las fiestas navideñas.  Mientras le buscan un buen partido ella se enamora de un joven dramaturgo, cristiano por el que abandonará a su familia. Y así se cruza con el primer hombre que marcará su camino. Else se adentra en el ambiente bohemio de Berlín, los locos años veinte, una revolución social que a lo largo del mundo contrastaba con el periodo anterior de la Primera Guerra mundial. Revolución cultural, de costumbres, de apertura sexual. Llena de fiestas y experiencias, en las que una mujer como Else disfrutará a fondo de su carácter eminentemente social y caprichoso. Es durante esta época que Else gesta a sus tres hijos, cada uno de un hombre diferente. Llama la atención la naturalidad con la que se llevan a cabo los cambios de parejas, los padres que van y vienen y las nuevas relaciones con los propios hijos. Da la impresión de que en la actualidad seguimos más anclados en las convenciones sociales que en épocas que destacan y deslumbran por su avance cultural.


No puedes imaginarte cuánto nos divertíamos, dice Ilse. Me lo puedo imaginar perfectamente, ¿y por qué no deberían haberse divertido?. Eran jóvenes, exaltados,  confiados, egocéntricos, enamorados de la vida, enamorados del amor. Habían vivido la abdicación del káiser, los avatares y dolores del parto de la República de Weimar, la inflación, el paro masivo, el crac económico. No ganaban para sustos…(página 215)

La segunda parte nos muestra la llegada de Hitler al poder, la mujer cosmopolita, segura de sí misma, alemana hasta la médula y orgullosa de su patria.  Y aunque ella no le dé importancia es una  mujer judía. De forma sutil nos va contando lo que la autora vivió, cómo lo vivió. Gracias al estatus y al poder de su última pareja pudo mantenerse en Alemania, hasta que no tuvo más remedio que asumir su condición judía y marchar al exilio forzoso con sus hijas, hasta entonces ha negado la realidad,  intenta proteger a sus hijos cuando ya no le queda más remedio que aceptar que su patria no la quiere, que ya no tiene patria, sólo es judía. Pero aún se mantiene fuerte y su capacidad de adaptación la definen:  
“¿Por qué escapé yo -de la forma que fuese-¿  Yo, que fui tan mala hija y madre ¿Alguna vez he hecho lago que haya tenido un sentido y valor profundos? ¿No ha sido mi vida más que una cadena de locura, superficialidad, egoísmo, ansia de placer, delirio erótico? … No obstante, a veces ni siquiera me arrepiento. Fue, a pesar de todo, bello” (de una carta de Else pp. 557-558) 
Y a partir de ahí conocemos a otra Else que se ha de exiliar junto a sus hijas, su vida a partir de ese exilio forzoso. En muchos casos a través de sus cartas o a través del testimonio de amigos de la época. Y evidentemente con la subjetividad de la hija que nos lo cuenta, la hija más problemática que tenía una deuda con su madre y la saldó a través del libro. Y no podemos dejar de pensar que la caída de Else es un reflejo de la caída de la Alemania intelectual y esplendorosa de entreguerras, uno de los aspectos más inquietantes del ascenso de Hitler y que en la novela se pone en evidencia es cómo se pudo llegar a una barbarie tal en un mundo tan civilizado.
La familia de Else lo pierde todo, los hijos que han vivido en la opulencia (recordemos las fiestas navideñas y los regalos) se ven obligados a compartir con una familia lo único que tienen, aun así, para la autora su estancia en el campo le enseñará nuevos valores, como explica en este fragmento: 

Ankélika adolescente en Bulgaria
Para mí, Bujovo, fue una revelación. Nuca antes y nunca después he estado más cerca de la vida que allí, me he sentido tan libre, tan segura, tan física y anímicamente sana, tan despreocupadamente feliz. Bujovo me enseñó lo que es la vida en su forma primigenia, lo que pueden ser las personas que viven desde el corazón. Nunca antes y nunca después he conocido una generosidad tan desinteresada como las de esos campesinos sin recursos, nunca una actitud tan noble frente a personas extrañas de las que sólo sabían que pasaban necesidad, nunca una empatía tan profunda y genuina. (p. 470)

Ankelika narra la vida de su madre y quizá sea lo más especial de este libro, la fuerza de la voz narradora, la verdad de quien lo cuenta. Schrobsdorff es dolorosamente sincera y aunque apenas juzga, sí lo cuenta todo sobre su madre, incluidos sus posibles errores, el dolor que dejaba en quienes dejaba atrás, a veces, también, sus propios hijos. En la última parte, la más dura, la dedicada a los años de guerra y las decisiones que, por fin, llevan a Else a enfrentarse a su propia vida y a asumir las consecuencias, Schrobsdorff también es inflexible consigo misma. No oculta los momentos en que ella también fue injusta, en que se dejó llevar por su juventud, en que juzgó demasiado.

 

Ankélika con su madre
Su falta de indulgencia, con su familia y consigo misma, su realismo a pesar de todo, hacen que el relato no se caiga, que no sea una biografía edulcorada, que la figura de Else no se haga irreal para el lector. Schrobsdorff logra el que seguramente era su objetivo: construir un retrato completísimo, fidedigno, de su madre, con su lado maravilloso y el que no lo era tanto, por parte de una hija que en su edad adulta es capaz de comprenderla en casi todo, entender por qué actuó como lo hizo y, sobre todo, perdonarla.
En realidad, Tú no eres como otras madres es un gran homenaje y una larga carta de amor, que le llega al lector convertido en la historia de una mujer fascinante en todas sus aristas, y en un relato diferente e interesantísimo sobre la inconsciencia colectiva en los primeros años del nazismo y las consecuencias para los que tuvieron que huir de su propia tierra.