martes, 8 de enero de 2019

ESCULTURAS CON LIBROS. Jodi Harvey-Brown


Jodi Harvey Brown
 Todos aquellos que disfrutamos con la lectura tenemos una debilidad por el libro como objeto y lo que este representa. Nos encantan como elemtos decorativos y aquí os presento una muestra de lo quer pueden llegar a representar sus páginas. 


Se llama Jodi Harvey Brown, es norteamericana, y  una gran amante de la lectura, los libros y las historias que cuentan. A tal grado, que su fascinación por las páginas la ha llevado a desarrollar una nueva forma de arte: Esculturas en las páginas de los libros viejos. Ella lo llama “alteraciones de libros” y en ellas tiene la capacidad de entresacar a los personajes de sus páginas.  

Os dejo con varios ejemplos y con el enlace de pinterest: 




CHISTES SOBRE LIBROS Y ESCRITORES








¿Cual es el colmo de un libro?
Que en otoño se le caigan las hojas.


¿Por qué se suicidó el libro de matemáticas? 
Porque tenía muchos problemas...

Que le dijo un libro a una revista?
- ¡Chica que delgada estas!

¿Qué le dijo una impresora a otra?
¿Esa hoja es tuya o es impresión mía?

Busco apartamento con balcón.
Pregunte por la Srta. Julieta.

Cómo leer según lo que lees...

Fuente: Cómo leer según lo que leees de Rocío Díaz Gómez

LOS MEJORES LIBROS DEL 2018




Aquí tienes unas cuantas páginas donde encontrarás los mejores libros publicados en 2018:





 






 BLOG LA DEVORADORA DE LIBROS: 










Libros más vendidos en 2018.Casa del libro 





15 librosrecomendados de novela negra para leer y regalar en la Navidad 2018











Las novelas históricas más leídas en el 2018









42 libros de 2018 defantasía y ciencia ficción que quiero leer

 



















 


viernes, 4 de enero de 2019

EL ADVERSARIO, Emmanuel Carrère


“Una mentira, normalmente, sirve para tapar una verdad, algo quizá vergonzoso, pero real. La suya no tapaba nada. Bajo el falso doctor Romand no había un verdadero Jean-Claude Romand”

CARRÈRE, Emmanuel
Emmanuel Carrère (París, 9 de diciembre de 1957) es un escritor, guionista y realizador francés, diplomado por el Instituto de Estudios Políticos de París.
Hijo de Louis Édouard Carrère y de la sovietóloga de la Academia francesa Hélène Carrère d'Encausse, tiene dos hermanas, Nathalie Carrère y Marina Carrère d'Encausse.
La mayoría de sus escritos destacan por la mezcla de ficción y no ficción, normalmente uniendo su propia experiencia con el desarrollo de la historia que cuenta. En sus obras trata cuestiones sobre la identidad o el desarrollo de la ilusión. Algunos de sus libros han sido llevados al cine y él mismo dirigió la adaptación de su novela La Moustache.
Además, fue miembro jurado del jurado internacional del Festival de Cannes 2010, del jurado del Cinéfoundation y de la sección de cortos del Festival de Cannes 2012. Años más tarde, en 2015, fue también miembro del jurado del Festival Internacional de Cine de Venecia de 2015.
Ganador en 2017 del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (antiguo Premio Juan Rulfo) que otorga la Feria del Libro de Guadalajara.
En el acta el jurado ha dicho sobre su obra: "es un escritor que practica la circulación multimedia, trabajando además en cine y televisión, pero sin separarse de la gran tradición humanista. Por un lado, es capaz de releer y comentar la Biblia con la erudición que exhibe en un libro como El reino. Y, por otro, es autor de una celebrada biografía de Philip K. Dick y un apasionado lector de ciencia ficción y de reportajes periodísticos. Heredero de Montaigne y de Rousseau, lo autobiográfico adquiere en su escritura una dimensión crítica que le permite pintarse sin concesiones y explorar arriesgadamente zonas de sombra de la condición contemporánea".


OBRAS DE Emmanuel Carrère


EL ADVERSARIO


EMMANUEL CARRERE

ISBN
978-84-339-6921-7
EAN
9788433969217
PVP CON IVA
15 €
NÚM. DE PÁGINAS
176
COLECCIÓN
CÓDIGO
PN 461
TRADUCCIÓN
Jaime Zulaika 01/09/2000


El verdadero Jean-Claude Romand
 Un relato escalofriante, una historia real que nos sume en el estupor, que es un viaje al corazón del horror. El adversario es una novela que, si no fuera porque cuenta hechos reales, no valdría ni para guión de película con aspiraciones a ser tomada mínimamente en serio, porque nadie se creería la historia de Jean–Claude Romand.  Al leer cada página queda patente el dicho de que la realidad supera la ficción y en este caso con creces.

Pertenece a un género en auge, el de novela sin ficción o novela testimonio, en el que se hace uso de los recursos de la literatura para narrar hechos reales. Un género híbrido que para muchos nace con Truman Capote y su A sangre fría, pero que para los más entendidos se origina con Operación masacre del argentino Rodolfo Walsh. La novela sin ficción cuenta en su nómina, entre otros, con autores como el propio Carrère, Delphine de Vigan, Leila Guerriero, la Nobel Svetlana Alexiévich. En España podríamos hablar de firmas como Javier Cercas, Sergio del Molino o, con su último libro, Miguel Ángel Hernández. Todos, aunque desde diferentes perspectivas, comparten el objetivo de hechizarnos con su pluma para –capturada nuestra atención–mostrarnos que en ocasiones la realidad puede superar a la ficción. 
             
Aunque como hemos señalad anteriormente el antecedente más citado de El adversario es A sangre fría, de Truman Capote, novela de no ficción — así la llamaba su autor— sobre el asesinato de una familia de granjeros en Kansas. Las diferencias son evidentes, Capote pretendía ser objetivo, como una cámara fría y omnisciente; Carrère narra en primera persona e implicándose en la historia. Capote pretendía hacer una crónica periodística en la que nada era inventado, pero fabricaba escenas y conversaciones: engañaba; Carrère cuenta lo que sabe y cómo lo sabe: el foco es más limitado —el narrador no lo ve y oye todo—, pero más honesto y verosímil.  Podría argumentarse que el antecedente de El adversario es otro,
menos evidente que A sangre fría: El extranjero, de Albert Camus, también la historia —en este caso ficticia— de un asesinato y una condena. Ambos libros se parecen por su brevedad. También por los abismos existenciales a los que ambos relatos arrojan. Y por los protagonistas: Meur­sault y Romand, dos hombres solitarios, enigmáticos, arrastrados en su vaivén vital por quién sabe qué fuerzas. Uno mató porque hacía calor y el sol pegaba fuerte; el otro, porque un día no se presentó a un examen y esto abrió las compuertas a una catarata de mentiras que desembocó en una matanza. El adversario y El extranjero se parecen incluso en las fuentes de inspiración. La frase corta y seca de Camus en su novela es la de la novela policiaca norteamericana de los años treinta; el relato periodístico de Carrère bebe del periodismo de revistas como The New Yorker y de Capote.  El adversario puede considerarse El extranjero de nuestra época, y Romand, el equivalente a Meursault.


El adversario en estricto rigor no es una novela, tampoco una crónica ni un ensayo periodístico; es, más bien, un relato que se queda en el camino intermedio entre una y otra cosa, tal como en Limónov (publicación cronológicamente posterior). Desde hace dos décadas, el autor se dedica a escribir lo que él mismo denomina “un tipo peculiar de libros de no ficción”, donde “lo que hay en común es que hablan de situaciones y personajes reales. No hay reglas. No ficcionalizo. Y están escritos en primera persona”. Esa primera persona establece un tono inconfundible, que oscila entre lo confesional y lo irónico. También facilita otra de las características de estos libros: el relato de cómo se construye el artefacto literario. 

“Me gusta la pintura de paisajes, las naturalezas muertas, la pintura no figurativa, pero por encima de todo me gustan los retratos, y en mi terreno me considero una especie de retratista”, escribe Emmanuel Carrère en El Reino.
La casa de la rue Bellevue, que Romand había incendiado antes de suicidarse.
Jean-Claude Roman, el protagonista de esta historia, es un hombre real, un francés que efectivamente existe. Es conocido por un atroz hecho criminal: en el año 1993 mató a sus dos padres, a sus hijos y a su mujer, prendió fuego a su casa y luego intentó suicidarse. Peor aún, ni siquiera se trató de hechos temporalmente sucesivos, sino que se tomó su tiempo entre un asesinato y otro, se mantuvo por horas viendo televisión en la casa donde arriba permanecían los cuerpos sin vida de su mujer e hijos, viajó hasta el domicilio de sus padres para terminar el crimen, volvió y quemó la casa intentado hacer parecer todo un accidente. Luego de pasar una semana en coma lo negó todo, trató de inculpar a un desconocido de aquellos crímenes y cuando la investigación se concentró en él comenzó a cambiar de historias, incluso de formas ridículas, hasta finalmente confesar su completa culpabilidad. 
El matrimonio de los Romand y sus dos hijos unos años antes de que fuesen asesinados por Jean-Claude
 
Los padres.
Preparando la reseña he aprendido que lo que hizo Jean Claude se conoce en criminología como "suicidio extensivo", que significa que el asesino quiere suicidarse pero mata antes a su familia para que no sufran al saber la verdad.
Exequias de la familia de Jean-Claude Romand a la que asesinó © PQR/LE PROGRES – 2014
El hecho criminal no sería particular, desgraciadamente la crónica negra está cargada de sucesos como este, lo realmente especial de este caso es que este hombre cometió todos esos crímenes al darse cuenta que su mentira sería o estaba siendo descubierta, de forma inminente e inevitable ¿cuál mentira? Toda. Toda su vida era una mentira. Su familia (padres, mujer, hijos), amigos y conocidos pensaban que era un reputado médico que trabajaba para la OMS dedicado a la investigación, cuando lo cierto es que jamás llegó a pasar el segundo año de medicina, simplemente porque no se presentó a rendir los exámenes finales. Tenía un tren de vida —hacia la parte final— más bien suntuoso, pero no tenía ningún tipo de ingreso fijo. Por el contrario, pasó años y años de su vida gastando el tiempo, las horas supuestamente laborales, estacionado en aparcaderos o caminando por algunos senderos de un bosque. Su economía se sustentaban en fuertes sumas que logró obtener, en diferentes momentos, de su familia o amigos, bajo promesa de depositarlos a un excelente interés en su propia cuenta bancaria en Suiza, cosa que también era mentira o, dicho de otro modo, de sucesivas estafas a personas de su círculo de confianza. Estafas que podía llevar a cabo con total impunidad porque era una persona que generaba confianza y nadie podía llegar a pensar que fuera un estafador sin escrúpulos, capaz de engañar a un tío enfermo vendiéndole a un precio astronómico unas pastillas que lo curarían, totalmente falso, por cierto.
Sede de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra
Pero no solo miente en un principio y las mentiras se van entrelazando para mantener su vida sino que se convierte en un modus operandi, así para ocultar el dolor que le ha causado la ruptura con su amante, se inventa un accidente de coche, un linfoma y la muerte por cáncer de un supuesto jefe en la OMS al que estaba muy unido.

El adversario es un relato basado en hechos que, a pesar de ser inverosímiles, son reales; pero no es una crónica desapegada de los hechos, un retrato ad hoc de Romand y un epílogo sobre su juicio y condena. Es una novela cargada de preguntas, o de invitaciones a formularnos ciertas preguntas a nosotros mismos. Es un horrendo –en cuanto que es real– thriller psicológico; es también un retrato psicológico del demente y asesino Jean–Claude Romand; y, en una lectura más profunda, es un libro que se plantea reflexiones filosóficas, no siendo la menor de ellas la reflexión sobre qué es el mal y quién es malvado. No olvidemos el título:  el adversario es Satanás, el príncipe de la mentira, el gran mentiroso, Carrère reconoce a Romand como el adversario, el mentiroso por excelencia, porque, en ausencia de la mentira, no había nada ni nadie. Sencillamente, la mente, la personalidad o el alma de la persona que es Jean–Claude Romand no se atisba, no existe. Carrère nos cuenta en su novela que Romand no mentía para protegerse, ni para ocultar algo que lo pusiera en riesgo; mentía porque sí, porque había sucedido, porque estaba en su naturaleza. Y, al final, su mentira acabó explotándole a él y a las personas que lo amaban:

“Una mentira, normalmente, sirve para tapar una verdad, algo quizá vergonzoso, pero real. La suya no tapaba nada. Bajo el falso doctor Romand no había un verdadero Jean-Claude Romand”


Pero quizá una de las vertientes más interesantes del libro sea el punto de vista que escoge el autor, desde las primeras líneas queda patente que el autor estará presente en la obra así: 

La mañana del sábado 9 de enero de 1993, mientras Jean-Claude Romand mataba a su mujer y a sus hijos, yo asistía con los míos a una reunión pedagógica en la escuela de Gabriel, nuestro hijo primogénito. Gabriel tenía cinco años, la edad de Antoine Romand. Luego fuimos a comer con mis padres, y Romand a casa de los suyos, a los que mató después de la comida. Pasé solo en mi estudio la tarde del sábado y el domingo, normalmente dedicados a la vida en común, porque estaba terminando un libro en el que trabajaba desde hacía un año: la biografía del novelista de ciencia ficción Philip K. Dick. El último capítulo contaba los días que había pasado en coma antes de morir. Terminé el martes por la tarde y el miércoles por la mañana leí el primer artículo de Libération dedicado al asunto Romand.

Fotograma de “El adversario”, dirigida por Nicole Garcia

Así  no se limita a constatar los hechos, sino que se inmiscuye en ellos, Carrère se pregunta por qué optó por la vía de la mentira, por una vía que casi desde el primer momento se revelaba como más tortuosa y accidentada que la verdad y que acabaría llevándole a matar a toda su familia 18 años después.  Entra en  la subjetividad de Jean-Claude Roman, reconstruye algunos de sus supuestos pensamientos y emociones y desde ahí logra entrar en el terreno de la ficción.  Carrère decidió indagar sobre la vida del monstruo y especular sobre cuáles habían sido los motivos que le habían llevado a acabar con la vida de sus padres, su mujer y sus dos hijos. Una cuestión muy peliaguda en un mundo dispuesto a encontrar sus demonios, su maldad absoluta, y a volcar sobre ellos el peso de la justicia, de la venganza, de las frustraciones. Aunque el autor está presenta en toda la obra no pierde nunca de vista que lo que importa es el tú, el yo es el vehículo para llegar al otro. No se trata de proscribir la primera persona, inevitable en la crónica y el ensayo: se trata de calibrarla.

El adversario ofrece también, a modo de epílogo, el recuento de los primeros años de encarcelamiento de Romand. Me parece muy interesante esta parte también, y quizá la más provocadora en términos de reflexión, concretamente en torno a la posibilidad de redención, al perdón y a la posibilidad de encontrarse uno a sí mismo y, en fin, alcanzar la salvación personal. Y, una vez más, la historia de Jean–Claude Romand se nos narra con la suficiente riqueza de matices para permitir cualquiera de las dos posturas. 

Quizá podríamos señalar que al final la historia nos deja un tanto insatisfechos porque no llega a responder a ninguna de las preguntas que parecen inevitables: ¿qué lleva a una persona a inventarse una vida y a vivirla durante 18 años? ¿Cómo se hace para vivir ese día a día, sin pensar que llegará un momento en que sea imposible seguir manteniendo el teatrillo o, peor todavía, sabiendo que vendrá el día en que todo se desmorone? El propio Romand en el juicio, cuando se le haga esa pregunta, responderá: “Me he hecho esa pregunta todos los días durante veinte años. No tengo respuesta.” Pero yo creo que en eso estriba también la grandeza del libro, es un libro que nos habla de la verdad y de la mentira pero que nos plantea que no hay una verdad absoluta. Aunque tengo que señala que a mí me ha parecido que la capacidad de mentir es tal en Romand, que en la cárcel no ha hecho más que construirse otra gran mentira, si antes era el perfecto marido, padre y amigo; ahora es el perfecto cristiano que se sacrifica rezando a hora intempestivas, cosa que no deja de inquietarme  porque parece que su salida de la está cercana. Esta reflexión no la hace el mismo autor sino que la pone en boca de otra preiodista que creo que acierta bastante:

"Y lo peor, a la inversa, que podría sucederle, era que unas meapilas como Marie-France le tendiesen en bandeja un nuevo personaje que interpretar, el de gran pecador que expía sus pecados rezando rosarios. Para aquel género de cretinos, Martine no hubiese sido hostil al restablecimiento de la pena capital"



Romand fue condenado a cadena perpetua en julio de 1996 y, desde entonces, cumple pena en la cárcel de Châteauroux. Desde la prisión ha trabajado restaurando las bandas sonoras de documentales para el Instituto Nacional del Audiovisual. Ya en 2015 se cumplió su período de seguridad y podía pedir la libertad condicional, pero no lo hizo. Sin embargo, ahora en 2018 ha solicitado salir del penal.

El parricida tiene ahora 64 años y los análisis psiquiátricos han establecido que la liberación del preso no entraña problemas. El proyecto de reinserción está avanzado y aseguran que el detenido ha entrado ya en contacto con las personas que le darán trabajo. Su solicitud de liberación se examinará el 18 de septiembre y, si le es concedida, podría abandonar la prisión a finales de mes.



Si queremos saber la relación del autor con Jean Claude basta leer lo que señala en la entrevista concedida a la revista digital Nexos el 28 de noviembre de 2017 y titulada “La gangrena de la mentira”:

Nexus: Después de haber escrito El adversario, Jean-Claude Romand, el asesino, reaparece en muchos de sus libros, por ejemplo, en De vidas ajenas y en El Reino. Parece ser alguien central en su literatura. ¿Se ha imaginado usted el momento en el que salga de la cárcel y le devuelva usted sus archivos, los archivos del caso y del juicio?

EC: Ha sido central en mi trabajo. Fue con ese libro que pasé a la no ficción, al uso de la primera persona: ha sido un paso decisivo para mí. Sí he pensado en el momento en el que salga de la cárcel. No estoy seguro de que me pida sus archivos, pero sí sé que debo guardarlos y dejarlos a su disposición. Siendo francamente honestos, si él me quiere ver pues aquí estaré, pero no seré yo el que lo espere al salir de prisión. No tengo ninguna relación amistosa con él. Mantenemos una relación cordial porque pienso haber sido honesto con él. Después del juicio nos seguimos escribiendo un poco, pero todo se detuvo rápidamente. Es un hombre por el que no pasa ningún asunto emocional.

Nota editorial: esta entrevista fue concebida a cuatro manos por Alejandro García Abreu y Álvaro Ruiz Rodilla.
Traducción: Álvaro Ruiz Rodilla


Entrevistas con el autor:



 EL PERIÓDICO.Emmanuel Carrère: "Siento que me faltan las ideas, y me da miedo". El gran escritor de no ficción de Francia es uno de los invitados de honor del Festival de Locarno. Nando Salvà


Noticias sobre Emmanuel Carrère | EL PAÍS

FRASES DE LA NOVELA:  

 Ahora bien, aunque ese homicidio no quede probado, lo demás es cierto: Roland es también un pequeño estafador y le resulta mucho más difícil confesar esto, que es sórdido y vergonzoso, que delitos cuya desmesura le confieren una estatura trágica.

PELÍCULAS:

EL ADVERSARIO   Fecha de estreno 21 de febrero de 2003 (2h 09min)  

Dirigida por   

Reparto Daniel Auteuil, François Berléand, François Cluzet más 

 Género Drama 

PaÍses Francia, Suiza, España




LA VIDA DE NADIE: 
Año 2002
Dirección
Guion  Eduard Cortés, Piti Español
Música  Xavier Capellas
Fotografía   José Luis Alcaine
Reparto, , , , ,
Productora    Enrique Cerezo P.C / Antena 3 / Canal+ España / Pedro Costa Producciones Cinematográficas S.A. / Sogepaq
Género  Drama | Familia
 
 
CANCIÓN: 
EL grupo musical "Morgan" tiene una canción sobre el caso de Jean Claude Romand. Os dejo el enlace a la misma (AQUÍ).

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