martes, 10 de abril de 2018

El hombre del salto, Don DeLillo



©Joyce Ravid

Biografía de Don DeLillo

Don DeLillo es un escritor estadounidense nacido en Nueva York el 20 de noviembre de 1936. DeLillo, de origen italiano (su apellido procede del apellido italiano Di Lillo), se crió en el Bronx. Se tituló en la Universidad de Fordham, tras lo que se dedicó a trabajar como redactor para una agencia de publicidad. Comenzó a escribir siendo un adolescente, gracias a un hábito de lectura intensiva adquirido a lo largo de un empleo aburrido de vigilante de un aparcamiento. Las obras psicologistas y posmodernas de DeLillo tienen reminiscencias de otros escritores estadounidenses como Dos Passos o Kerouac, en un análisis constante de la psicología del individuo frente a la opresión del poder mediático y corporativo. Publicó varias novelas que fueron aceptadas positivamente por la crítica pero no alcanzó notoriedad comercial hasta la aparición de la que se considera su mejor obra, Submundo (1997). En 1985 ya había obtenido el National Book Award por Ruido de fondo, y en 1999 el Premio Jerusalem por el conjunto de su obra. Además de novela, ha escrito varias obras teatrales y un guión cinematográfico (Game 6, 2005), que fue llevada al cine por Michael Hoffman y protagonizada por Michael Keaton y Robert Downey Jr.

Don DeLillo, por Arévalo



Libros de Don DeLillo


  
 
FUENTE: lecturalia.
Leyendo este enlace encontrarás información sobre las 18 mejores novelas de Don de Lillo, presentadas en el blog de Jack Moreno, un blog sobre recursos, literatura y ciencia ficción.  https://jackmoreno.com/2016/05/16/18-mejores-novelas-de-don-delillo/
 
UN APUNTE:
EFE: 11/09/2001  07:00 AM





Antes de empezar a hablar de la novela, daré tan solo unas cifras para poder tener un atisbo de la magnitud de la tragedia: 

El  atentado del 11 de septiembre  causó la muerte de 3,016 personas (incluyendo los 19 terroristas y a los 24 desaparecidos) y dejaron más de 6,000 heridos. Entre las más de 3,000 víctimas había personas de 80 nacionalidades distintas. Los restos del 40% de las personas que murieron en el atentado del 11 de septiembre de 2001 aún no han sido identificados.


EL HOMBRE DEL SALTO

 DON DELILLO, 2007
  • Nº de páginas: 296 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: SEIX BARRAL
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788432228186
Estamos ante una novela que no es fácil, podemos pensar que por su temática el autor nos llevará hacia la emoción y la empatía y ocurre todo lo contrario, es una novela fría, distante y que nos sorprende por la lejanía de los personajes, pero que quizá aporta desde el punto de vista literario una serie de aspectos interesantísimos.  En esta novela la forma y el fondo conectan perfectamente, así en ocasiones la prosa de De Lillo se parece a la prosa repetitiva de los enfermos de Alzeimer que escriben las redacciones para Lianne, así: 
“Le contaría lo de Florence. Ella agarraría un cuchillo de cortar carne y lo mataría.

Le contaría lo de Florence. Ella diría: “Cuando acabábamos de volver a empezar en nuestros matrimonio”. Ella diría: “Cuando el terrorífico día de los aviones había vuelto a unirnos. ¿Cómo ha podido el mismo terror?”.

Ella diría: “¿Cómo ha podido el mismo terror poner en peligro todo ko que sentimos el uno por el otro, todo lo que he sentido durante estas últimas semanas?”

Le contaría lo de Floirence. Ella diría: “Quiero conocerla”…
Estas repeticiones no son casuales el autor quiere relacionar el caos vivido por los protagonistas con el caos en la mente de los ancianos que escriben sus vivencias para reconstruir el olvido que va ganando terreno poco a poco. 
Pero después volveremos al estilo de la novela, ahora vamos a ver de qué nos habla. La historia se inicia con el protagonista, Keith Neudecker surgiendo de las cenizas y vagando por la zona cero, tras el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, herido, cubierto de sangre (que posteriormente sabremos que no era suya) y de polvo; con un maletín en sus manos que no le pertenece y que ante el horror busca refugio en la madriguera, en su familia, en lugar de ir a un hospital pide al camionero que lo ha recogido que lo lleve a su hogar, un hogar roto meses antes, para reunirse con su exmujer Lilian y su único hijo.
Pero la novela no nos habla del atentado terrorista, no  centra nuestra atención en contarnos cómo fueron los sucesos de día, sino en las consecuencias morales y existenciales que han acarreado para EE:UU: y para el resto del mundo dicho atentado.
La atención de la novela está centrada en la pareja, en Liliane y Keith y cómo son capaces y si es que lo son de superar un suceso como el que les ha tocado vivir. Son dos personas cotidianas, con trabajos, bien establecidos y con estudios, un nivel intelectual y económico medio, sus vidas pasan sin sobresaltos, serían el reflejo del hombre moderno y sobre todo del neoyorkino medio y que se ven sometidos a un hecho que descoloca a toda una sociedad, el fuego y la sangre derramada han diluido el mundo de comodidad tras el horror solo queda el silencio del otro. Así, la pareja viene a representar una metáfora de los estadounidenses, y por extensión, de la mayor parte de los hombres occidentales contemporáneos: con la capacidad crítica y reflexiva embotada; colocados en una esfera alejada de la intimidad con los sucesos básicos de la existencia; situados en el ámbito del simulacro existencial, de la brillante pantomima, de lo superficial y consumible; y anestesiados ante el sacrificio, la capacidad de sufrimiento...
Así el TEMA de la obra sería  la pérdida del sentido de la vida y su reconstrucción. En realidad, lo que vemos es cómo un impacto tan duro cambia la dirección de dos vidas poniendo a prueba su capacidad de comprensión. Es una visión de la destrucción y el posterior intento de reconstrucción de las vidas de unas personas que fueron fuertemente afectadas física y emocionalmente en la tragedia del "11 S".


GESTACIÓN DE LA NOVELA: 

Una de las imágenes, tras la caída de las torres de Nueva York, en las que se inspiró Don DeLillo para escribir 'El hombre del salto' REUTERS

Desde principios de los años ’70, DeLillo hacía decir a sus personajes que el territorio estadounidense ya no era seguro, que la muerte filmada en directo y contemplada frente al televisor sería la única catarsis cotidiana de los norteamericanos y que los terroristas terminarían por apropiarse del modo de llamar la atención de los artistas conceptuales para sacudir el inconsciente colectivo de la sociedad. Incluso había adivinado cuál sería el perfecto objetivo para un atentado, en su novela Jugadores, una operadora de Wall Street mira desde la ventana de su oficina el flamante World Trade Center pensando: Esas torres no parecen hechas para siempre; es como sise asomaran a su propia extinción”).

 Sobre la gestación de la obra, cabría señalar unos cuantos aspectos de interés,  los críticos han remarcado que  DeLillo es un escritor  profético, de hecho, lleva escribiendo sobre el 11-S desde hace treinta años. Los terroristas han aparecido en sus novelas desde Jugadores obra  de 1977, DeLillo hacía decir a sus personajes que el territorio estadounidense ya no era seguro, que la muerte filmada en directo y contemplada frente al televisor sería la única catarsis cotidiana de los norteamericanos y que los terroristas terminarían por apropiarse del modo de llamar la atención de los artistas conceptuales para sacudir el inconsciente colectivo de la sociedad. Incluso había adivinado cuál sería el perfecto objetivo para un atentado. En su novela Jugadores, mencionada anteriormente, una operadora de Wall Street mira desde la ventana de su oficina el flamante World Trade Center pensando: “Esas torres no parecen hechas para siempre; es como si se asomaran a su propia extinción” y durante una fiesta en un ático en la que la mujer avista las Torres, un vecino comenta por casualidad: “Ese avión parece que vaya a estrellarse contra ellas”).

Cabría apuntar que De Lillo visitó la zona devastada poco después de los ataques contra las Torres Gemelas, los civiles no podían acceder allí sin un certificado de residencia, pero se coló a través de las barricadas con su editor, que vivía muy cerca de la catástrofe. “Era un paisaje gris, virtualmente vacío. Unas pocas personas daban vueltas alrededor...”, recuerda DeLillo. Allí comenzó a gestarse la  novela y lo que hizo que finalmente la escribiera fue una imagen: un hombre, con traje y corbata, que arrastra un maletín a través de una tormenta de humo y ceniza. No tenía nada más. Y entonces, unos días después se me ocurrió que el maletín no era suyo. Esa fue la chispa, tal y como apunta en la entrevista concedida poco después de publicarse la obra.

 Pero tal y como he señalado al inicio lo que más me interesa de la obra es su forma,  y la manera en la que el autor nos plantea la estructura y la prosa, en un mundo en el que el caos reina y se han perdido todos los anclajes no es posible una narración lineal, clara o limpia. Así no se puede hablar del infierno ni de la nada. DeLillo lleva al lector por vericuetos temporales con saltos hacia atrás y hacia delante, con diálogos en los que se mezclan los propios pensamientos de los protagonistas con las conversaciones que mantienen con otros personajes, con cambios constantes de personajes y situaciones..., provocando en el lector una sensación real de desasosiego y extravío, de laberinto narrativo inestable y poco coherente. Podría decirse que toda la novela es una reflexión en forma de puzle  sobre el sentido de la vida y de la muerte en sus diferentes manifestaciones: de la vida de los "jugadores", de los "terapeutas", de los "marchantes", de los "esteta-intelectuales"; de la muerte en el "suicidio", en el "martirio-terrorismo" o en la "natural degradación."


Respecto a la ESTRUCTURA también es interesante, la historia es  circular que comienza en el momento en que el hombre escapa de la torre y termina justo un minuto antes. El texto tiene tres partes en las que se distribuyen catorce capítulos, más tres breves capítulos en los que la figura central es Hammad, uno de los terroristas suicidas, desde su adoctrinamiento hasta el instante en que el avión se estrella contra la primera torre. Cada uno de los capítulos está configurado por una sucesión de párrafos descriptivos de los personajes, con gran riqueza narrativa, profunda poesía, comparaciones extrañas y metáforas insólitas.


Metáfora que se refleja en el TÍTULO de la obra El hombre del salto,

"Había un hombre colgando por encima de la calle, cabeza abajo. Llevaba un traje de ejecutivo, tenía una rodilla levantada y los brazos pegados al cuerpo (...) Le habían hablado de él, un artista callejero al que llamaban El Hombre del Salto".

 
Richard Drew
El título es una  clara referencia a los hombres que saltaron de las Torres y que están representados en la novela por un personaje central, un actor-comediante-cómico,  David Janiak, personaje creado por Don DeLILLO  .  Janiak aparecía espontáneamente en cualquier rincón de Manhattan colgado de una cuerda, imitando al “Falling man”, una de las víctimas del atentado terrorista del 11 de septiembre contra el World Trade Center, inmortalizada por el fotógrafo Richard Drew en la imagen del mismo nombre. El artista recorre la ciudad de Nueva York poniendo en escena una "performance", a la vista de los transeúntes,  que consiste en saltar sujeto por un arnés, "de cabeza, en caída libre", desde puentes o edificios; trayendo a la vista de todos, la imagen del "ángel caído", que hace pensar en los seres humanos como seres perdidos en busca de sentido, como "ángeles caídos" que tratan de levantarse.

Así como el artista del salto es un símbolo que recorre el libro entero, toda la obra está cargada de esta simbología: la camisa blanca que desciende y una sombra que cae son también dos fogonazos instantáneos en la memoria de Keith mientras se precipitaba con tantos otros hombres y mujeres aterrados por el impacto escaleras abajo. El póquer como refugio, el azar como única fórmula de combatir el vacío. El Alzheimer como forma de conocimiento. El maletín… los niños que otean el cielo buscando y crean su leyenda particular del terrible terrorista a partir de la recreación de su nombre. El maletín perdido, recobrado… El Haiku sobre Kioto, o los cuadros de Giorgio Morandi.  DeLillo es afecto a los símbolos y los utiliza con extrema maestría, siempre símbolos de la vida moderna y, en este caso, de la catástrofe de la vida moderna.

De una forma o de otra es una El hombre del salto es una novela intensa pero fría y con un final que puede pecar de anticlimático pero que no olvidemos que no es un final sino que nos lleva al principio en un círculo y con la camisa cayendo del cielo. 

Giorgio Morandi






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