domingo, 7 de octubre de 2018

Julian Barnes: Hablando del asunto

El Premio BBK-La risa de Bilbao 2014

"parte del objetivo del humor es ofender, sino realmente está muerto. Lo malo que cuando ofenden y el que acaba muerto es que hace la viñeta".




Julian Barnes © Alan Edwards

Julian Barnes (Leicester, 1946) se educó en Londres y en Oxford. Está considerado una de las mayores revelaciones de la narrativa inglesa de las últimas décadas. Es autor de doce novelas, publicadas por Anagrama: Metrolandia (Premio Somerset Maugham 1981), Antes de conocernos, El loro de Flaubert (Premio Geoffrey Faber Memorial y, en Francia, Premio Médicis), Mirando al sol, Una historia del mundo en diez capítulos y medio, Hablando del asunto (Premio Fémina a la mejor novela extranjera publicada en Francia), El puercoespín, Inglaterra, Inglaterra, Amor, etcétera, Arthur & George, El sentido de un final y Niveles de vida, de los libros de relatos Al otro lado del Canal, La mesa limón y Pulso, del delicioso tomito El perfeccionista en la cocina y del libro memorialístico Nada que temer. Ha recibido también, entre otros galardones, el Premio E. M. Forster de la American Academy of Arts and Letters, el William Shakespeare de la Fundación FvS de Hamburgo y el Man Booker, y es Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres.


 
ISBN
978-84-339-1186-5
EAN
9788433911865
PVP CON IVA
11.7 €
NÚM. DE PÁGINAS
240
COLECCIÓN
CÓDIGO
PN 266
TRADUCCIÓN
Maribel De Juan
PUBLICACIÓN
01/01/1993

Stuart y Gillian se conocen en una reunión en un hotel gestionada por una agencia matrimonial que organiza cócteles para solteros de buena posición que, por diversas circunstancias, tienen una escasa vida social. Stuart es un cuadro medio de un banco, un buen chico, sensible aunque algo soso, y Gillian una restauradora de cuadros encantadora. Se casarán, pero entra en escena Oliver, el mejor amigo de Stuart, bohemio y presunto dandy, que se las da de conocer mundo aunque no ha pasado de Marbella y que se enamora perdidamente de Gillian.

«Julian Barnes es un escritor de rara inteligencia. Capta los pormenores de la vida moderna con una pericia extraordinaria. Su estilo es un modelo de elegancia y precisión, y utiliza su habilidad para seducir y entretener al lector como vehículo de complejas, resonantes ideas» (Charles Nicholl, London Review of Books).
«El libro más divertido e inteligente que he leído en años. El posible que usted haya oído antes estos adjetivos, y seguramente aplicados a las novelas anteriores de Barnes. Bien, ésta es igualmente buena. Algo más escandalosa, quizá. Y más divertida, lo repito» (Edward Hower, Chicago Tribune Books).



El título nos da la clave de la novela “hablando del asunto”, eso es lo que hacen los personajes, “hablan del asunto”, del triangulo amoroso en el que se ven envueltos los protagonistas. El tema no es para nada original, justamente el inicio de nuestra literatura occidental se basa en una traición amorosa, la de Helena de Troya,  quien se escapa con el “guaperas” de Paris dejando a su ilustre marido abandonado y obligándolo por ello a meterse en una guerra, la de Troya. Luego vendrá Arturo, otro de los grandes, humillado por su esposa en brazos del soberbio Lancelot y no olvidemos los adúlteros de La divina comedia Paolo Malatesta y Francesca de Polenta quienes fueron  atrapados por la pasión y al ser sorprendidos por el hermano de él y el marido de ella, Gianciotto Malatesta, fueron asesinados por el marido engañado y se vieron obligados a penar sus culpas adúlteras en el infierno, dista mucho de la actitud de  Stuart, muy británico él quien a lo máximo que se atreve es a amargarles la fiesta de la boda. Por tanto nada es nuevo bajo el sol, chica conoce chico,  chica se casa con chico pero hay otro chico más guapo y divertido y chica se enamora de segundo chico dejando al primero sumido en la miseria.
Hasta aquí la historia, lo novedoso es la manera de contarlo, no hay narrador. Los personajes se alternan “hablando”, contándonos a nosotros los lectores su versión de los hechos, al iniciar la lectura te preguntas con quién hablan, a quién se dirigen sus voces y miras hacia atrás pensando que es una entrevista o le están contando los hechos a un policía, abogado, terapeuta o vete tú a saber... pero en seguida te das cuenta que es a ti, lector, a quien dirigen sus discursos. Esto significa que, en realidad, cada uno nos está intentando vender su punto de vista. Mienten, exageran, tergiversan o deforman en la medida en que él, o ella, salen favorecido. Y por supuesto se justifican. Todos se justifican. Y no sólo eso: buscan nuestra complicidad. En muchas ocasiones los testimonios que nos narran los personajes son contradictorios entre sí, de tal manera que parecen sucesos distintos, porque cada uno lo ha interpretado a su manera y este juego de perspectivas nos hace comprender que no hay una verdad absoluta, todo es subjetivo y está reinterpretado por cada uno de nosotros, al igual que como lectores también cada uno de nosotros tendrá una perspectiva y una visión única de la novela.
Stuart:    Es ahora. Es hoy. Nos casamos el mes pasado. Amo a Gillian. Soy feliz, sí, soy feliz. Al fin me salió bien. Es ahora, ahora.

Gillian:   Me casé. Una parte de mí pensaba que nunca llegaría a hacerlo, una parte de mí lo desaprobaba, otra parte de mí estaba un poco asustada, a decir verdad. Pero me enamoré, y Stuart es una buena persona, una persona amable, y me quiere. Ahora estoy casada. 

Oliver:   Oh, mierda. Oh, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, MIERDA. Estoy enamorado de Gillie, acabo de darme cuenta. Estoy enamorado de Gillie. Estoy asombrado, estoy aterrorizado, estoy superacojonado. El cerebelo no me funciona de puro miedo. ¿Qué va a pasar ahora? (pág. 50)

Tres son los protagonista: el serio, aburrido, Stuart; el ingenioso, pedante y en ocasiones insoportable, Olliver;  y Gilliam, el objeto del deseo, para mí el personaje con el que me he sentido más cerca. Aparecen las voces de algún otro, como la madre de Gilliam, o Val esa  amiga insufrible, o la casera de Olliver, pero tienen poco protagonismo sirven de contrapunto a las tres voces capitales que forman la novela. Al presentarnos  cada uno de ellos la historia y su visión de ella, aparece cada uno como quiere que lo veamos y no hay ni buenos ni malos, podemos entender el comportamiento de cada uno aunque no por ello dejas de sentir más o menos simpatía por cada uno de los personajes, no dejé de sentir cierta lástima por el pobre Stuart, aunque también pensemos que le está bien empleado por confiado y tontorrón. Por otra parte no nos extraña la caída de Gilliam, es difícil no caer ante un ataque tan metódico y directo como al que la somete Olliver y tengo que admitir que el personaje más antipático me resulta Olliver, más guapo, más listo que su amigo pero que parece que no se siente completo hasta que no consigue obtener lo que al pobre Stuart le ha costado tanto conseguir. Ningún personaje nos satisface del todo y podemos sacarle pegas a cada uno de ellos, pero es difícil culpabilizarlos. Los tres personajes van tomando forma poco a poco. Cada uno de ellos se va haciendo con relación a los otros, igual que los colores: "cuando pones dos colores uno junto al otro, eso afecta a la forma en que ves cada uno de ellos". Gillian resulta la voz menos definida porque tarda mucho en hablar de sí misma, es el personaje que se va descubriendo a medida que avanza la novela: Stuart y Oliver son como son, basta con lo que dicen de sí mismos, y con lo que de cada uno dice su amigo, para que sepamos qué va a pasar con ellos. Lo que no sabemos al final de cada capítulo es lo que va a pasar con Gillian y es Gillian la que hace avanzar el guión y toma la decisiones  finales.
La estructura de la novela se presenta como monólogos que se dividen en diecisiete capítulos breves con su correspondiente título. Se habla con ironía de las conductas propias y desmadradas de los adultos. Tan pronto sacan un tema culinario como uno económico. En cada intervención hay una emoción plasmada de una forma soberbia, relacionada con otros detalles de la vida. ¿Qué tienen que ver las pepitas del pomelo con el afecto hacia tu pareja?, ¿y un perro corriendo y ladrando por la carretera con el control de tu vida?, ¿y los cangrejos violinistas con la superación del pasado? Sí, tiene que ver, los personajes lo hacen posible.
También remarcaría la ironía, patente en toda la obra, Jualian Barnes a quien le concedieron el premio de La risa de Bilbao 2014  por su "inteligente obra literaria"   señaló acerca del humor: "parte del objetivo del humor es ofender, sino realmente está muerto. Lo malo que cuando ofenden y el que acaba muerto es que hace la viñeta". Un finísimo humor inglés, la historia es un vodevil donde Stuart tiene la de perder, aunque su historia es dramática no deja de ser patética su regodeo en la humillación y la tristeza.
Y lo que más me ha gustado es el final, la forma en la que Gilliam intenta sacar a Stuart del estado obsesivo depresivo al que lo ha llevado su abandono, y ella monta la escena final, el vodevil llega a sus más altas cotas, ahora los únicos que sabemos la verdad es ella y nosotros, Oliver y Stuart son actores de un drama final en el que  son los protagonistas principales sin saberlo. Es un final original y redondo, remata la historia con un ritmo magnífico.
Diez años después de Hablando del asunto, Julian Barnes nos puso en conocimiento sobre cómo habían transcurrido las vidas de los personajes, y salió al mercado Amor, etcétera. Continúan el triángulo amoroso y los personajes secundarios, pero el tiempo les ha hecho cambiar sus emociones, emociones agrandadas, arrastradas hacia el origen, hacia el foco de luz.
 Por lo demás, las dos novelas son las típicas de Barnes. Personajes normales, casi mediocres, que nos cuentan unas vidas mediocres, pero que gracias a su enfoque narrativo peculiar consigue interesarnos.


FERRAN CASTELLS - (Tv - Cine) - HABLANDO DEL ASUNTO [2011] Ferran Castells interpreta un fragmento adaptado de la novela Hablando del asunto de Julian Barnes. 

REFERENCIAS: 

 Jules et Jim: (título original en francés: Jules et Jim) es una película francesa de 1962 dirigida por François Truffaut, forma parte importante del movimiento cinematográfico denominado Nouvelle vague. Está basada en la novela homónima de Henri-Pierre Roché. Actúan Jeanne Moreau como Catherine, Oskar Werner y Henri Serre como Jules y Jim.





Photograph of Diane Arbus by Allan Arbus
(a film test), c. 1949[1]:137

Diane Arbus (Nueva York14 de marzo de 1923 - GreenwichNueva YorkEstados Unidos26 de juliode 1971) fue una fotógrafa estadounidense, que inicialmente aprendió fotografía del que fue su marido y padre de sus hijas en la primera juventud, Allan Arbus, que le regaló su primera cámara, una Graflex. Su carrera personal contó con el respaldo de una beca que le concedió la Fundación Guggenheim y su obra ha sido reconocida por la Bienal de Venecia y el MOMA entre otras. Es conocida como la fotógrafa de los freaks. Su familia era de origen judío del este de Europa.


Walkin' After Midnight

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