lunes, 9 de diciembre de 2019

HELEN HANFF: 84,Charing Cross House

HELEN HANFF



Helene Hanff nació en la ciudad de Filadelfia en 1916.  Siempre quiso ser autora teatral, afición que heredó de sus padres, grandes amantes de la escena.  De hecho su padre, que era un vendedor de camisas, intentó en su juventud introducirse en el mundillo del teatro aunque finalmente hubo de dejarlo.  Este acudía junto a su esposa a ver las representaciones todas las semanas a pesar de los apuros económicos a los que tenían que hacer frente.

Arthur Thomas Quiller Couch
21 November 1863
Bodmin, Cornwall, United Kingdom
Helene no pudo ir a la universidad, aunque superó este contratiempo con tesón y fuerza de voluntad.  Inició sus pasos dramáticos como actriz y escritora para compañías de aficionados en su ciudad natal pero, lo que supuso un cambio radical, fue la lectura a los diecisiete años de la obra de Quiller-Couch.  En una de sus incursiones a la biblioteca pública de Filadelfia conoció los escritos de este afamado profesor inglés, quien se convirtió desde ese momento en su maestro literario a distancia.  Q no sólo le enseñó cómo debía escribir, sino también y más importante, qué debía leer.  Hanff partía de la base de que su instrumento de trabajo era la lengua inglesa, pero no podía seleccionar correctamente los términos que debía utilizar si no conocía bien las raíces griegas o latinas de las palabras.  Este fue el motivo de que decidiese estudiar lenguas clásicas aunque con un método muy económico: puso un anuncio diciendo que quería estudiar latín y griego pero sin pagar nada.  Entre las ofertas que recibió, escogió la de un joven licenciado en Harvard, Tom Goethals.  Las clases consistían en ir traduciendo en voz alta el Evangelio según San Mateo y a Catulo.

Mientras continuaba escribiendo, realizó trabajos como mecanógrafa en una escuela o secretaria de dos músicos para ayudar a la economía familiar.  Sin embargo, su oportunidad llegó con un concurso para jóvenes escritores que buscaba talentos: Bureau of New Plays.  Fue su madre la que se enteró de la convocatoria por la radio y quien más la animó a participar.  Tras enviar un total de cuatro obras -la última fuera de plazo- resultó una de las ganadoras del prestigioso premio.  Este hecho la obligó a trasladarse a Nueva York donde recibiría clases de escritura escénica y donde viviría hasta su muerte.
Desde finales de los años treinta hasta principios de los cincuenta lo intentó con tesón, pero ningún productor pareció interesarse por su obra, pues se le criticaba la falta de consistencia en la trama, ya que, si bien creaba personajes perfectos, éstos acababan diluyéndose en el argumento.  Visto que pasaba el tiempo, la autora empezó a aceptar trabajos a tiempo parcial que le permitían desarrollar su pasión por la escritura.  Sin embargo, la realidad del fracaso la perseguía y la escasez de dinero para su manutención también.  Por ello no tuvo más remedio que contentarse y aceptar, a principios de los años cincuenta, el ofrecimiento de escribir guiones dramáticos para la televisión.

Por esta época consiguió alquilar un pequeñísimo apartamento en un edificio de cinco plantas en la calle 95 este, que antes había sido una casa particular y cuyas habitaciones más grandes habían sido transformadas en viviendas individuales.  Ocupaba la planta baja y en su habitación reinaba la oscuridad ya que la única ventana que había daba a un patio interior.  En cualquier caso, Hanff estaba encantada porque por primera vez en años tenía una casa para ella sola.  Además, el piso estaba a un tiro de piedra de Central Park, donde pasaba los fines de semana leyendo, remando en el lago o escuchando conciertos.

En 1949 descubrió el anuncio en el "New York Times" de una librería llamada Marks&Co, especializada en libros antiguos situada en Charing Cross Road, Londres. Decidió dirigirse a ellos preguntando por una selección de libros descatalogados que no había podido encontrar en Nueva York. Y empezaría la correspondencia durante 20 años y que sería la base para el libro que nos ocupa. 


Helen empezó a escribir guiones para la televisión basados en muchos de los libros adquiridos a Marks&Co. La seríe más popular sería "Las aventuras de Ellery Quenn", además de crear unas adaptaciones históricas para la televisión infantil, pero ser escritora "freelance" no era un negocio muy lucrativo y Helene se encontró  muy a menudo con problemas económicos. 

En 1961, durante uno de los baches de su carrera, Helene escribió un libro sobre su vida en el mundo del teatro. El resultado "Undefoot in Showbusiness", fue editado sin mucho éxito y desapareció de las librerías poco tiempo después.

Con la llegada de los años sesenta, los dramáticos en directo para la televisión dejaron de tener éxito y la industria se trasladó a Hollywood.  Hanff siempre se negó a dejar Nueva York (concretamente Manhattan) lo que le había supuesto en ocasiones problemas para adaptarse a los horarios de entrega de los guiones en la costa oeste.  Esta nueva década supuso un giro en la vida profesional de la autora ya que se centró en la literatura infantil y juvenil de divulgación.  Recibió diferentes encargos para escribir ensayos con la finalidad de dar a conocer la historia de los Estados Unidos a los niños de forma amena, y de hacer familiares personajes históricos casi desconocidos en aquel entonces.  Todo lo anterior lo complementó con diferentes colaboraciones en prestigiosas revistas como Harper´s Magazine, The New Yorker o Reader´s Digest, entre otras.  Finalmente estos trabajos desembocaron en la escritura de libros por encargo, apartado donde su nombre queda vinculado a la literatura.

Por eso se llevó un tremendo disgusto al recibir en enero del 1969 una carta de Marks&Co informándola de la muerte Frank Doel en el mes de septiembre de 1968. Helene, muy afligida, decidió abrir la caja donde guardaba la correspondencia acumulada  y decidió reproducirla como un homenaje a Frank. Contactó con la viuda del librero y así, con su ayuda, pudo completar el libro que se publicaría en 1970 bajo el título de 84, Charing Cross Road. Aunque las ventas fueron modestas en un principio, el boca a boca funcionó y creó lentamente una gran multitud de admiradores. Gracias a esto Helene fue capaz de viajar por fin a Inglaterra y conocer a todas las personas con las que había establecido una relación al otro lado del Atlántico.


Mientras tanto, en los años setenta la obra se convirtió en un gran éxito teatral en el West End de Londres, en un cierto fracaso teatral en el off-Broadway de Nueva York y en una película protagonizada por Ann Bancroff como Helene y Anthony Hopkins como Frank Doel. 

A esar de haber conseguido la fama y ser adorada por miles de lectores, Helene nunca llegó a ser una mujer rica. Durante los últimos años de su vida sobrevivió gracias a los derechos de sus obras y tuvo que aceptar ayuda económica para pagar susu facturas médicas. 

De su apartamento de Nueva York se la trasladó, con su ginebra (otros dicen que whisky, otros que martini) y sus cigarrillos a una residencia de ancianas.Murió allí, sin herederos y con diabetes, en 1997 a los 80 años, cuenta Thomas Simonnet en un post scriptum en la edición de Anagrama.


Fuente: AFÁN POR SABER
Imagen de la auténtica librería Marks & Co, en Londres.

Curiosidades:
  • De niña su padre la llevaba a ver obras de teatro muy a menudo, lo que con toda seguridad aumentó su interés por este medio.
  • Es una escritora autodidacta, no tiene formación reglada porque sólo pudo hacer frente económicamente a un año de universidad. Pero desde niña le interesó la lectura y pasó a convertirse una vez adulta en una lectora compulsiva; esto le sirvió como aprendizaje literario.
  • Los libros que le interesaban los pedía por carta a Marks & Co, este es el origen de su obra más popular.
  • Su libro alcanzó tanta fama y aceptación que tras la muerte de Helene Hanff decidieron llamar al bloque de apartamentos donde vivía "Charing Cross House", además de colocar una placa en su fachada donde indica que esta fue la residencia de la autora del libro.
Fuente: Trabalibros





Página de Anagrama





– Título: 84, Charing Cross Road.
– Autor: Helene Hanff.
– Traducción: Javier Calzada.
– Editorial: Anagrama.
– ISBN: 978-8433969828.
– Fecha de publicación: 2012.
– Encuadernación: Tapa blanda.
– Páginas: 128.
– Precio: 13,90 euros.


El libro no es una novela, es una recopilación de cartas, tampoco demasiadas, el libro es muy breve, cartas que hablan sobre libros. Y sobre la vida. Cartas que nunca fueron escritas para que se publicaran. Todo ocurrió por azar y con un océano por medio. Que unas cartas tan sencillas lograran conmover a miles y miles de lectores ajenos demuestra una vez más que no hay fórmula alguna que garantice nada en literatura.

La historia arranca el 5 de octubre de 1949 en Nueva York., como ya hemos comentado Helene Hanff, una joven de 33 años que intenta hacerse un hueco en el teatro como escritora, envía una carta a una librería inglesa especializada en libros agotados tras ver un anuncio en la Saturday Review of Literature. En la carta se define como "una escritora pobre amante de libros antiguos", envía una lista con los títulos que le interesan y pide que el precio no sea superior a cinco dólares por libro. Veinte días después recibe una respuesta de Marks & Co. Libreros, situado en el 84, Charing Cross Road de Londres. Y así, en un vaivén discontinuo, se prolongará la relación durante 20 años.

A medida que se van cruzando las cartas se descubren muchos detalles que afianzarán el trato, primero de usted y luego más familiar. En cada una de ellas, y ahí está la gracia, se alternan los comentarios personales ("mis estanterías hechas con cajas de naranjas") con los literarios o sobre las peculiaridades de un volumen en concreto, en su mayoría delicados ("un libro así, con reluciente encuadernación en piel, sus estampaciones en oro y su hermosa tipografía debería estar en una biblioteca revestida de madera de una casa solariega en la campiña inglesa").

Por las cartas desfilan los diarios de Sam Pepys, los Cuentos de Canterbury de Chaucer, Catulo, Virginia Woolf, Tristram Shandy, John Donne, El perfecto pescador de caña de Izaak Walton... Y juicios varios: "Te asombrará saber [escribe Helene Hanff a Frank Doel, su habitual corresponsal], de alguien como yo, que odia las novelas, que he acabado atreviéndome con Jane Austen y que me he apasionado tanto con Orgullo y prejuicio...". O consejos sobre cómo limpiar una Biblia Grolier, para lo que debe emplearse jabón normal y agua, poner una cucharadita de carbonato sódico en medio litro de agua templada y emplear una esponja enjabonada; se puede abrillantar con un poco de lanolina. También, para el no muy avezado lector, se informa que los racionamientos en Gran Bretaña duraron desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1953, cuando ya se podían encontrar medias de nailon en las tiendas. Antes, Helene Hanff ya se las había apañado para que las mujeres empleadas en 84, Charing Cross Road tuvieran sus pantis y no les faltara ni huevos en polvo ni latas de lengua.

No todo fueron confianzas desde el principio pues hasta 1952 Helene Hanff no les dice abiertamente que se gana la vida como escritora de guiones de crímenes para una serie de televisión. También ha desvelado que fuma y bebe ginebra, que es judía, desordenada y que pertenece a un club demócrata al que acude regularmente, que viste jerséis apolillados y pantalones de pana y que ha encontrado un cortapapeles perfecto (un cuchillo de postre con mango de nácar).

Los detalles van cayendo aquí y allá, espolvoreados, pero a menudo se refieren a los libros: "Va contra mis principios comprar un libro que no he leído previamente: es como comprar un vestido sin probártelo", "me encantan las notas en los márgenes: me gusta el sentimiento de camaradería que suscita volver páginas que algún otro ha pasado antes", "el fantasma de su anterior propietario me señala párrafos"...

Las cartas, en su gran mayoría, las contesta desde la librería Frank Doel, a quien es muy difícil no imaginar como Anthony Hopkins, quien, cómo no, protagonizó la versión cinematográfica junto a Anne Bancroft en La carta final título horrible en castellano. Frank Doel es un meticuloso y avezado librero, muy correcto en el trato, que la anima constamente a que visite Londres. Ella, entre su aversión a viajar y su falta de dinero lo irá retrasando... demasiado. Cuando por fin se decide, en 1971, Frank Doel había muerto y su librería estaba cerrada.
Dos años antes, repasando las cartas, sopesó publicarlas como un relato para una revista pero el texto era demasiado largo. Un amigo se las pasó a un editor que vio su encanto al vuelo: el mismo día que las leyó llamó a Helene Helff y le dijo que las publicaba en forma de libro. En 1975 la BBC produce un telefilme, en 1981 triunfa como adaptación teatral en Londres y al año siguiente en Broadway. Y en 1987, la película. En España, Isabel Coixet eligió estas cartas para su debut como directora teatral en 2004.
Pese a todo, esta mujer autodidacta nunca tuvo una alta consideración de sí misma: "Soy una escritora sin cultura ni demasiado talento".

Si las cartas rozaron el peligro, con sobrentendidos o insinuaciones tímidas, es difícil asegurarlo. Quien sí que lo tuvo claro fue la mujer de Frank Doel, que le escribió: "Me he sentido muy celosa de ti (...) También he envidiado tu facilidad para escribir. Frank y yo teníamos temperamentos opuestos: él amable y tranquilo; yo, por mi ascendencia irlandesa, luchando siempre por mis derechos".

Debajo de los detalles de Helene Hanff con los seis empleados de la librería latía su temperamento. En 1950 se arranca así: ¡ESTAMOS BUENOS! Hoy sólo quiero decirle una cosa..., a USTED, Frank Doel: que vivimos en una época depravada, destructora y degenerada, en la que una librería -¡una LIBRERÍA!- no tiene el más mínimo reparo en destrozar libros hermosos para emplear sus páginas como papel de embalaje".

La librería cerró sus puertas hace unos años, por lo que si vas a Londres no podrás llevarte la fotografía (en su lugar, hay un McDonald’s).


Los libros

En el blog de  José Luis Moreno Garvayo, Afán por saber he encontrado  un listado de los de los libros que Helene Hanff cita en su obra, en los que facilita los datos bibliográficos suficientes para poder identificar correctamente cada obra, en aquellos casos en los que Helene cita una edición concreta, es la que menciona; y en los casos en que no ha podido averiguar a cual hacía referencia, se ha decantado por la primera edición o aquella, en su caso, que es más significativa por algún aspecto relevante.

Como hemos apuntado, el motivo de iniciar la correspondencia entre Helene y Frank tuvo que ver con la dificultad que tenía la escritora para acceder a alguna de estas obras bien por su precio, bien porque las propias bibliotecas públicas de Nueva York no disponían de ejemplares, o bien porque no se podían sacar en préstamo. Sin embargo, algo que ha cambiado con el avance de la tecnología es la posibilidad de acceder, a través de internet, a una cantidad de información antes inimaginable. 

Por ello Jose Luis ha incluido (en los casos que me ha sido posible) enlaces directos que permiten leer online los mismos libros que Helene tanto amó, algo impensable en la época en la que se escribieron las cartas, pero que nuestro mundo globalizado permite para satisfacción de aquellos lectores que no tienen otra forma de acceder a ellos (debemos agradecer este trabajo de digitalización a The Internet Archive):


Keynes, Geoffrey (ed.) (1930), Selected essays of William Hazlitt (1778-1830).  London: The Nonesuch Press.
  • Pepys, Samuel (2003), The complete diary of Samuel Pepys.  Robert Latham y William Matthews (eds.).  London: HarperCollins Publishers Limited. Esta es la mejor edición en la actualidad del contenido íntegro del Diario de Samuel Pepys.
  • Quiller-Couch, Arthur Thomas (1923), The Oxford book of english prose.  London: Oxford at the Clarendon Press.
  • Chaucer, Geoffroy; Hill, Frank Ernest (1934), The Canterbury Tales: the Prologue and four tales, with the Book of the Duchess and six lyrics.  London: Longmans, Green & Co.
  • Donne, John; Blake, William; Hillyer, Robert Silliman (ed.) (1941), The complete poetry and selected prose of John Donne and the complete poetry of William Blake (in one volume).  New York: Modern Library Giant
  • St. John, Christopher (ed.) (1931), Ellen Terry and Bernard Shaw: a correspondence.  New York: G. P. Putnam´s sons
  • Woolf, Virginia (1925), The common reader.  New York: Harcourt, Brace & Co.
  • The complete plays of Bernard Shaw.
  • Shaw, George Bernard; Mead, Dodd (ed.) (1963), Bernard Shaw: complete plays with prefaces.  London: Constable and Co. Ltd. (Standard Edition).
  • Delafield, E. M. (1930), The diary of a provincial Lady.  London: Macmillan.  Ilustraciones de Arthur Watts.

 Para saber más:

  • Hanff, Helene (1977), Apple of my eye. London: André Deutsch
  • Hanff, Helene (2002), The Duchess of Blomsbury Street. London: Virago
  • Hanff, Helene (1986), Q´s legacy. London: Futura
  • Hanff, Helene (1984), Underfoot in show business. London: Futura
  • Ferrer Gimeno, M. R. (2005), El viaje de Helene Hanff a 84, Charing Cross Road. Valencia: Universidad de Valencia.
El enlace para la lectura de este libro es a una edición diferente de la citada en la obra.
William Hazlitt (1778-1830) fue un célebre escritor inglés, conocido sobre todo por sus ensayos humorísticos y por sus críticas literarias; vertiente por la que es considerado como el crítico inglés más importante tras Samuel Johnson.  Helene solicitó tres de sus ensayos entre las peticiones que incluyó en el primer listado que envía a la librería aunque Frank le envía una obra que incluía no solo estos tres ensayos, sino otros más al tratarse de un recopilatorio.
Robert Louis Stevenson (1850-1894) es citado por Arthur Quiller-Couch como ejemplo de buen escritor por su experta utilización del registro literario.  Este es el motivo de que Helene pida a la librería la primera colección de ensayos de este autor.  Estos trabajos fueron publicados en varias revistas entre los años 1876 y 1879, revelando su forma de entender la vida y la condición humana.  El tema principal de los ensayos recopilados es el matrimonio.
Esta es la reseña bibliográfica del primer volumen de la primera edición,  aunque el diálogo entre Esopo y Ródope se encuentra en esta otra edición.
Walter Savage Landor (1775-1864).  Poeta y escritor inglés del s. XVIII.  Estudió en el Trinity College de Oxford.  En 1808 vino a España para combatir contra las tropas invasoras de Napoleón Bonaparte, hecho por el que Fernando VII le otorgó el grado honorífico de coronel del ejército.  Vivió en Inglaterra, Francia y también en Italia, estableciéndose en Florencia en el año 1821 donde finalmente falleció.
En esta obra, compuesta de 6 volúmenes, Landor habla por boca de personajes históricos pero imaginados, es decir, empleando el método de diálogos inventados a la manera de los clásicos griegos.  Concretamente, el diálogo entre Esopo y Ródope hace referencia a la situación de privación que vivían los soldados romanos durante su servicio militar.  Esta situación es comparada por Hanff con el racionamiento y el hambre que se vivió en Inglaterra tras la Segunda Guerra Mundial, y la poca ayuda que se le prestaba a este país.
John Henry Newman(1801-1890) es uno de los escritores favoritos de Helene Hanff. Como en otras ocasiones, lo conoció a través de la obra de Quiller-Couch quien lo consideraba uno de los más importantes escritores ingleses. Admiraba de él la importancia que otorgaba al conocimiento de las lenguas clásicas y al empleo con precisión de los términos utilizados para referirse a conceptos de intelectualidad.
En lo personal, podemos decir que fue ordenado sacerdote de la Iglesia Anglicana en 1825, pero con posterioridad se convirtió al catolicismo (llegando a ser investido Cardenal). En la obra referida, afirma que la universidad tiene como fin formar al hombre sin importar su condición religiosa y educar el intelecto, según su capacidad, para que fuese capaz de razonar y buscar la verdad.
Helene nunca estuvo interesada en las primeras ediciones de los libros pues pensaba que eran más propias de coleccionistas que de auténticos amantes de la lectura y, sin embargo, sabe describir todo el placer que un simple contacto físico puede transmitir.
El Newman llegó hace ya casi una semana y ahora comienzo a recuperarme de la impresión. Lo tengo junto a mí todo el día, en mi mesa de trabajo, y de vez en cuando paro de escribir a máquina y alargo la mano para tocarlo. No porque sea una primera edición, sino porque jamás he visto un libro tan bello. Saberme su propietaria me inspira un vago sentimiento de culpabilidad. Un libro así, con reluciente encuadernación en piel, sus estampaciones en oro y su hermosa tipografía debería estar en la biblioteca revestida de madera de una casa solariega en la campiña inglesa, y está pidiendo ser leído junto a la chimenea por un caballero sentado en una butaca de cuero…, no en el desvencijado diván de un mezquino estudio de un edificio de ladrillo oscuro cuya fachada se cae a pedazos.
Samuel Pepys (1633-1703) descendía de la pequeña nobleza rural. Se graduó en letras por la Universidad de Cambridge y entró a trabajar en el gobierno. Fue miembro de la Royal Society, y ocupaba el cargo de Presidente cuando Isaac Newton publicó sus Principia Mathematica.
Su diario es una de las fuentes primarias más importantes para el estudio del periodo de la Guerra Civil inglesa (que terminó con la ejecución del rey Carlos I, el exilio de su hijo y futuro rey Carlos II, y el gobierno de Oliver Cromwell) y de la Restauración. Se hace eco de los sucesos que tuvieron lugar desde el 1 de enero de 1660 hasta el 31 de mayo de 1669. Fue publicado parcialmente por John Smith en 1825 pero no fue hasta 1893 cuando se publicó en su totalidad.
Sir Arthur Quiller-Couch (1863-1944) fue el guía intelectual de Helene, su profesor universitario en la distancia y una referencia constante para la autora. Q, como llegó a ser conocido popularmente, estudió en Oxford donde pasó cinco años como profesor enseñando los clásicos grecolatinos. En 1900 fue nombrado caballero del Imperio Británico y dos años más tarde catedrático de literatura inglesa en la Universidad de Cambridge.
Entre sus obras más importantes destacan las que menciona Helene y que le sirvieron como obras de referencia: On the art of writing (1916), On the art of reading (1920). En ellas expone sus métodos pedagógicos que consistían en enseñar literatura como una materia viva que dotase a los estudiantes de modelos, tratando de que comprendiesen y no se limitasen a aprender de memoria nombres, títulos y fechas sin comprender la intención del autor en su creación. Esta comprensión debía comenzar con un profundo conocimiento de la propia lengua. Para ello el interesado debía bucear en la lengua inglesa partiendo de sus propias raíces clásicas como el latín, tarea en la Helene su esforzó desde muy pronto.
Helene visitó Cambridge en 1978 y gracias a la invitación que recibió de la viuda del biógrafo de Q, donde pudo pasar tres horas en contacto con sus objetos personales, conocer pequeños detalles de su vida diaria -como su coquetería al procurar que todas sus corbatas hiciesen juego con sus sombreros- y en definitiva, conocer más a fondo a su querido mentor literario. Serían recuerdos que la acompañarían durante años.
Sir Roger de Coverley es un personaje ideado por Joseph Addison como autor de artículos y cartas que fueron publicadas en el periódico The Spectator que pretendía representar al típico caballero inglés terrateniente. Sus escritos incluyen entretenidas viñetas de la vida inglesa de principios del s. XVIII que fueron consideradas como el mejor contenido del periódico.
La petición de esta obra parece responder al interés de Helene de conocer la historia de Estados Unidos y su visión desde la metrópoli londinense cuando aún era una de sus posesiones coloniales.
No he encontrado la edición de 1840 que se menciona en el libro, pero dejo el enlace a la de 1846.
Izaak Walton (1593-1683).  Escritor inglés del s. XVII cuya obra es representativa de la literatura inglesa de la Restauración. En su juventud trabajó como ferretero en Londres hasta la guerra civil. En 1614 abrió una tienda en la calle Fleet, época en la que trabó amistad con el Dr. John Donne, que era vicario de la parroquia. Tras la derrota realista en Marston Moor en 1644, se retiró y compró un pequeño trozo de tierra en Shallowford.
Es uno de los autores más admirados por Q por su capacidad de creación de una prosa poética como vehículo de expresión de los sentimientos en contacto con la naturaleza.
Su obra más conocida quizás sea “El pescador completo”. Se publicaron un total de cinco ediciones en vida del autor (1653, 1655, 1661, 1668 y 1676) aunque se han publicado numerosas revisiones más modernas. He escogido esta de 1896 por ser la base de la mayoría de posteriores ediciones. Se trata en apariencia de un manual de pesca, que en realidad posee unas vívidas descripciones de la naturaleza y del placer y el ocio en el campo.
Se publicaron nueve volúmenes de esta obra, los dos primeros en 1759, y los restantes en los diez años siguientes.
Laurence Sterne (1713-1768) retrata en esta obra de forma sátira el orgullo de la intelectualidad. Helene supo más tarde que Sterne concibió la obra mientras veía salir a los miembros de su congregación los domingos después del servicio religioso y les oía hablar utilizando largas peroratas sin sentido.
Alexis De Tocqueville (1805-1859) fue un pensador, jurista, político e historiador francés, precursor de la sociología clásica y uno de los más importantes ideólogos del liberalismo.
Particularmente conocido por su libro “Democracia en América” (1838) donde analiza el sistema social y político de Estados Unidos como potencial democrático. La solicitud de este libro que hace Helene estaba relacionada con la de De Coverley y su encargo para escribir obras de divulgación sobre la historia norteamericana.
En la obra de Catulo (84 a.C.-54 a.C.) el lector participa íntimamente de sus poemas en un diálogo hasta el infinito donde se plantea el problema de que la vida del poeta es su poesía y ésta es su dolor o placer según el estado emocional de sus poemas. Helene criticó esta edición que le enviaron desde Londres. Constaba del texto original en latín y sendas traducciones al inglés, una en verso por Burton y la otra en prosa por Smithers pero las traducciones dejaban mucho que desear por los prejuicios de los traductores. Por este motivo Helene solicitó un diccionario Cassell de latín para ayudarse en la lectura del original.
La petición de esta edición concreta se debía a que Q la recomendaba a sus alumnos.
La primera edición es de 1908 (la enlazada), pero la que pide Helene y contiene las ilustraciones de E. H. Shepard es de 1931.
Kenneth Grahame (1859-1932) nació en Edimburgo. Fue un estudiante destacado de la escuela St. Edward de Oxford aunque no pudo acceder a los estudios universitarios por falta de dinero. En 1879 comenzó a trabajar en el Banco de Inglaterra hasta su retiro en 1908 por problemas de salud.
Esta obra (escrita para su hijo Alistair) está protagonizada por animales del bosque que combinan los comportamientos humanos con los suyos propios. Su éxito llevó a que fuera adaptada para el teatro, pasando a ser un clásico en las representaciones navideñas que ha perdurado hasta nuestros días.
Se adjunta enlace a la edición de 1908, no a la que se menciona en el libro que es posterior.
Samuel Johnson (1709-1784) es uno de los mayores representantes de la literatura inglesa. Hijo de un librero pobre recibe su educación en las escuelas parroquiales hasta que ingresa en el Pembroke College de Oxford aunque su falta de dinero le hace dejar los estudios sin obtener ningún título. En 1737 se traslada a Londres donde se dedicará a escribir ensayos, poesía, biografías e informes parlamentarios. Considerado el mejor crítico literario en lengua inglesa, Johnson sostenía que nadie podía hablar o escribir de algo que no había visto o vivido, idea compartida por Helene en sus gustos literarios al preferir los libros de memorias.
Geoffroy Chaucer (c. 1343-1400) es considerado el padre de la lengua inglesa actual.
John Donne (1572-1631) nació en el seno de una familia católica pero tuvo que convertirse al anglicanismo para no ser perseguido y, dentro de esta creencia, escribió los sermones que le dieron renombre. Helene deseaba una edición con la obra completa de Donne, pero Frank le hizo desistir porque constaba de 40 volúmenes demasiado caros. En 1974, unos admiradores de Helene le regalaron un ejemplar de poemas en una edición de 1651 que compraron en una tienda de antigüedades. Este regalo le pareció tan maravilloso que lo introdujo en una bolsa de plástico porque tenía miedo de tocarlo con las manos.
Louis, Duque de Saint-Simon (1675-1755) es uno de los grandes memorialistas de Francia.

Fuente: Blog «Afán por saber» – Editado en Málaga por José Luis Moreno Garvayo – 2010-2019 ISSN 2695-4958


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